lunes, febrero 15, 2010

Una canción que hace pensar

Quizá esto indique que estamos a las puertas de una nueva generación de jóvenes del llamado "Primer Mundo" hartos del hoy y que desean lo bueno del pasado para su presente y futuro...

http://www.youtube.com/watch?v=K2Ny2_VtArs&feature=player_embedded

viernes, febrero 05, 2010

¿Matrimonios gay?

Los “matrimonios” homosexuales y la dictadura ideológica de la “tolerancia”
José Luis Ramírez Vargas
“Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”, afirmaba Karl Marx, convencido de la victoria de su sistema en las mentalidades de la segunda mitad del siglo XIX. Hoy en día, otro fantasma recorre la geografía occidental: el fantasma del relativismo moral y de la disolución de los tejidos más profundos de la sociedad en nombre de los “derechos” y de la “tolerancia”. Cualquier afirmación contraria a esos nuevos “derechos” o cualquier intento de argumentar sobre la no pertinencia de los mismos es satanizada y calificada de intolerante, excluyente o difamatoria. ¿En qué consiste ese relativismo moral o qué son esos llamados “derechos”? Para la mentalidad relativista que priva en la sociedad de hoy no existe una verdad absoluta, válida para todos los seres humanos, pues la verdad se construye en cada época de la historia, y al no existir una verdad definitiva sobre la naturaleza del hombre y su actuar en el mundo o la posibilidad de consensarla, el comportamiento humano es lo que cada uno opina, desde su contexto cultural o ideológico, no puede o no debe existir una verdad común sobre la conducta humana, cada uno puede hacer lo que desee y nadie puede calificar esas acciones como malas o como incorrectas. Es el caso de la reciente ley sobre los matrimonios homosexuales aprobada por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Se ha declarar como “matrimonio” una unión entre personas que ni la Constitución menciona ni la antropología más básica lo sugiere, y además dicha aprobación es considerada como un paso adelante en la defensa de “derechos” de los homosexuales. No se requiere mucho para descubrir que detrás de ese montaje jurídico está la imposición de una ideología que parte de la corriente relativista. Por una parte, el matrimonio no es un “derecho”, sino una institución natural y jurídica de las sociedades, a que la tienen acceso libremente un hombre y una mujer a partir de una determinada edad (en ese sentido la exogamia sí ha sido un paso que han dado las civilizaciones). Ahora bien, cuando las personas –¡hombres y mujeres!- tienen una “orientación” distinta a la de su sexo, y optan por una vida en pareja, no es que no tengan “derecho” al matrimonio, sino que simplemente su unión no posee las características de la unión matrimonial la cual entre otras cosas está abierta a la procreación. Esta postura puede ser vista como discriminatoria, pero discriminatoria lo es también la prohibición de que un hombre adulto se case o pretenda hacerlo con una adolescente de doce años, y nadie argüirá en nombre de algunos “derechos”, la legalización de este tipo de uniones. Ahora bien, el hecho es que en la sociedad existen parejas homosexuales, siempre las ha habido desde tiempos remotos, hecho por lo demás siempre minoritario con respecto a las parejas heterosexuales, sin embargo dada su naturaleza y características, ninguna sociedad en sano juicio las había considerado “matrimonio”, ni procedido a su legalización ¿Es eso la negación de un “derecho”. Pero, ¿de dónde proviene pues la insistencia en lograr la obtención de unos “derechos” que no son tales? Pues si mal no recuerdo, hasta hace unas décadas estos grupos estaban en contra de toda institucionalización, incluyendo la familia. Pero, hablando de derechos, es verdad que toda persona es sujeta de derechos, basta releer el artículo 1° de la Carta Magna de las Naciones Unidas, en el que se prohíbe la discriminación en razón de su credo, raza o sexo. Sin embargo el punto aquí es que se pretende pasar como discriminación la no capacidad para contraer matrimonio, siendo que la no discriminación tiene que ver sobre todo con el derecho al trabajo, a la dignidad y respeto como persona, y no tiene nada que ver con el reconocimiento para ser sujeto de una institución como es el matrimonio. Las personas homosexuales merecen todo nuestro respeto, la sociedad debe tenerlos en igual estima que cualquier otra persona, reconocer sus habilidades, evitar toda discriminación hacia ellos en los ambientes de trabajo, la escuela, la universidad, etc. Hay que tener en cuenta así como los hay que se identifican libremente con ese tipo de orientación y luchan por su reconocimiento como tales en la sociedad, los hay también muchos de ellos que soportan mal su situación personal y desean redefinir su orientación. Es bien sabido que muchas de esas han acudido y acuden por voluntad propia a los servicios de psiquiatría y psicología en busca de una reorientación heterosexual, y que muchos lo logran por esa vía, otros más mediante su incorporación a alguna agrupación religiosa. Y de entre los que “militan” en agrupaciones los hay que no aspiran a un reconocimiento legal de su vida en pareja sino que prefieren vivir de forma irregular su situación. En resumidas cuentas, detrás de la pretensión de ser considerados como “matrimonios”, está la búsqueda de una “igualdad” con respecto a las parejas heterosexuales, pero el punto es que no por el hecho de que no puedan acceder a ser reconocidos como matrimonio, no por eso su igualdad como personas desmerece. O bien, determinadas fuerzas más o menos ocultas se han fijado como objetivo la descomposición del núcleo de la sociedad que es la familia. Contra esas formas de relativismo de lo que es la vida familiar y la imposición de “diversos tipos” de familia, que no son más que posturas ideológicas de dominación y de intolerancia, se debe asumir con valentía y con el ejemplo la postura de la salvaguarda de la familia como lugar de desarrollo pleno de la persona, de educación en la libertad, en la donación de sí y en el respeto a todas las personas. Sólo de esta manera podrá esta generación contrarrestar a ese fantasma que recorre las mentalidades que es el fantasma dictatorial y esclavizador de la intolerancia y de la permisividad que destruyen la libertad de las personas.


Monterrey, N.L. 18/01/10