lunes, septiembre 04, 2017

¿Sincretismo?

José Luis Ramírez Vargas

El artículo de Eduardo Caccia aparecido en El Norte (3 de septiembre 2017) nos trae a colación algunas consideraciones en torno a lo que este autor llama “sincretismo”, en alusión directa a la macroescultura del mismo nombre inaugurada en Guadalajara los días pasados, y a la protesta de una parte de la ciudadanía que la consideró irrespetuosa. Actitud que el autor tacha de “intolerante”.
El sincretismo, según los estudiosos de las religiones, se da en varios tipos y a varios niveles: ya sea por una simple yuxtaposición de deidades, por la absorción pura y simple de una por otra, o bien por  la suplantación total de una por otra posterior en el tiempo. En cualquiera de ellas la nueva deidad recupera todas o algunas de las características de la primera, como pueden ser el lugar e inclusive el nombre, dando así lugar a una nueva expresión o realidad. El nivel mínimo de sincretismo se da cuando la nueva expresión añade elementos de tal manera novedosos que llega a  borrar o a eliminar la mayor parte de los anteriores. Es el caso de la Virgen de Guadalupe, cuyo sincretismo no fue la yuxtaposición de deidades o la simple absorción de una por la otra, sino eso y más que eso, fue la manifestación de una nueva realidad:
-          Esa Virgen Madre “se aparece” a un nativo de clase baja
-          Esa Madre Virgen habla, da un mensaje
-          No se declara deidad o diosa, sino “la Madre del Dios por quien se vive”
-          La hierofanía se enmarca, es cierto, dentro del culto a Tonantzin y del lugar dedicado a ella, pero a la vez es también la expresión plástica de la mujer descrita en el capítulo Vi del libro del Apocalipsis: “Una mujer vestida de sol…”, etc., o sea, cubre dos realidades.
-          La simbología en la que se expresa y está rodeada la imagen guadalupana sobrepasa con mucho la imagen sobria y muda de la diosa Tonantzin o  Coatlicue
-          Esto me lleva a afirmar que el sincretismo ya ha tenido lugar en la imagen plasmada de la Virgen de Guadalupe, tal como la conocemos. De ahí que el hecho de yuxtaponer su imagen en una escultura, al lado de Coatlicue , desde el punto de vista de los analistas de las religiones, ya no tiene sentido.
Por otro lado, en sentido amplio, toda religión es sincretista, en la medida en que toma o adopta formas, símbolos, expresiones, lugares, etc., de religiones anteriores. Dicho sincretismo para el caso del cristianismo tiene todo un sentido teológico, en términos de que las religiones anteriores a la aparición de Jesús han sido consideradas como una “preparación” a la fe cristiana, tema que el obispo Eusebio de Cesarea  del s. IV d.C., primer cronista e historiador de la Iglesia,  trata en su tratado “Sobre la preparación evangélica”. En el caso del Judaismo, la fe cristiana se presenta como un cumplimiento de las promesas hechas por el mismo Dios que se revela a su pueblo. En este caso y en las religiones existentes el “sincretismo” ya es un hecho, lo que aparece en todas es una nueva realidad o expresión, con sus prácticas, creencias u organización que las caracterizan.
Régis Debray, un escritor francés ateo, ha incursionado en varias de sus obras en el mundo de las religiones, y en un reporte enviado al Ministro de la Educación en Francia, hace ya unos años, afirmaba que el “analfabetismo religioso” es la causa de los fanatismos. En ese sentido estoy convencido de que muchos de nuestros artistas y escultores, independientemente de sus creencias personales, deberían tener un conocimiento básico de las religiones para que su obra, cuando ésta tenga que ver con alguna expresión religiosa, no distorsionara las “formas elementales de la religión” (según Emile Durkheim),  y en vez de provocar confusión o herir susceptibilidades, coadyuvara al aprecio del legado cultural que constituyen las religiones en un país, para creyentes y no creyentes.
Por otra parte, no hay que soslayar el hecho de que el sentimiento religioso está arraigado en una buena parte de la población, ésta consideró una falta de respeto la mezcla de las imágenes de la Virgen de Guadalupe y de diosa mexica Coatlicue. Me parece que el hecho de protestar contra la exposición de una obra considerada como  una afrenta a su creencia no es en sí un acto de intolerancia. Por lo que me viene a la mente cuestionarme ¿es que en nombre de la tolerancia se vale decir o exponer cualquier cosa de cualquier expresión religiosa? ¿no tienen derecho los ciudadanos religiosos a protestar contra una expresión que dañe sus convicciones, sin ser tachados de “intolerantes”? El art. 8, III de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público y su Reglamento dice textualmente que las Asociaciones religiosas deberán “Respetar en todo momento los cultos y doctrinas ajenos a su religión, así como fomentar el diálogo, la tolerancia y la convivencia entre las distintas religiones y credos con presencia en el país…”. Quiero creer que esta disposición es aplicable también a los ateos y agnósticos, en la medida en que tendrán también sus creencias, respetables, e igualmente respetuosas de las de los demás.