Mtro. José Luis Ramírez Vargas
Coordinador de la Red de Profesionistas Católicos
Sin mucha sorpresa la sociedad mexicana recibió el anuncio de la
iniciativa presidencial para reformar los códigos estatales en favor de la “no
discriminación” y el “derecho” extensivo para que las uniones “gays” accedan al
reconocimiento de matrimonio al igual que las parejas heterosexuales. Esta
noticia nos lleva a hacer un par de reflexiones que conciernen tanto a la
iniciativa en sí, como al promotor de la
misma.
1.
El fantasma de los “derechos humanos” –entiéndase
cualquier cosa- recorre los países occidentales, como lo hacía el “fantasma del
comunismo” por a Europa del siglo XIX, en palabras de Karl Marx. Así hoy en día
la iniciativa presidencial se inscribe en el marco de lenguaje “políticamente
correcto”. Los “derechos” de las minorías son cacaraqueados por doquier sin la
mínima reflexión crítica sobre su validez, licitud, alcance, etc. Es más
“correcto” pasar por el promotor de “derechos” que “limitador” o inclusive
enemigo de los mismos.
2.
La iniciativa presidencial nos recuerda la
“aplanadora” priísta de hace 40, 50 ó 60 años. La soberanía de los estados y
las innumerables voces que han surgido para que dicho proyecto de ley sea
revisado –desde que el Tribunal Superior de Justicia se manifestó a favor este
año- , son ignoradas por la decisión de un presidente más proclive a escuchar
“criterios jurídicos de instancias internacionales” y por el deseo de rescatar
la imagen que ha perdido ante la sociedad mexicana que la voz del pueblo que lo
eligió.
3.
Es una iniciativa que usa una supuesta defensa de las
minorías para ocultar los graves problemas del país, como son la inseguridad y
la corrupción que su gobierno no ha podido detener. Los mismos diputados y
senadores han expresado que dicha iniciativa no tendrá prioridad, sino que
seguirán con la agenda acordada anteriormente.
4.
Es una iniciativa que sigue la misma línea de
irreflexión sobre la naturaleza del matrimonio. Hay muchas voces que se han
cansado de repetir que la antropología milenaria ha marcado de tal forma a la
naturaleza humana que la pareja hombre-mujer no es una “ley” decretada, sino
que se inscribe en el ser mismo del “anthropos”, para la continuación de la
especie, el equilibrio y armonía
psíquica. Las leyes, desde tiempos remotos, no han hecho sino asegurar y
proteger dicha unión, de donde ha surgido el término “matrimonio”.
5.
La exclusión del matrimonio a otras parejas de facto
no es una discriminación, sino que deriva de la naturaleza misma del
matrimonio. Tildar al matrimonio
hombre-mujer de discriminación y afirmar por lo tanto que debe estar “abierto”
a otras parejas que “se aman”, nos lleva por lógica natural a considerar que
cualquier tipo de pareja debe ser incluido , so pena de ser discriminado: las
uniones que buscan los pedófilos, las incestuosas, o entre varias personas,
etc. En ese sentido toda ley es de facto “discriminatoria”.
6.
Innumerables asociaciones, ONG, e inclusive la
Iglesia, han promovido la no discriminación hacia los homosexuales,
discriminación que es mucho más patente y grave en los ámbitos laboral, de salud y de educación. Por lo que
no hay que confundir la defensa de la naturaleza del matrimonio con la
discriminación.
7.
Las uniones homosexuales de facto siempre han existido
desde la antigüedad, aunque no de forma
generalizada, en muchas culturas y civilizaciones de la antigüedad, lo mismo
que la otras formas de convivencia, inclusive la unión monogámica ha tenido sus
variables a lo largo de la historia, pero el progreso de la humanidad ha
llegado a reafirmar y consolidar la unión hombre –mujer como salvaguarda de la
sociedad, y las culturas han visto que esta forma de unión está en armonía con los
elementos esenciales e inmutables de la naturaleza humana. Tomando la palabra
natural en su sentido pleno, podemos afirmar que la monogamia es la única forma
natural de matrimonio. De esta manera podemos afirmar que el matrimonio
hombre-mujer es la forma más avanzada que la humanidad ha logrado consolidar.
Tratar de restablecer otras formas de unión como “matrimonio” sería volver al
pasado de las civilizaciones.
8.
¿El Ejecutivo será capaz de rectificar su decisión?
¿será capaz de escuchar a la sociedad?