miércoles, mayo 31, 2023

Mons. Miguel Antonio Barriola (1934-2022), In Memoriam

Foto: Arzobispado de La Plata (Argentina) Este 14 de mayo pasado se celebró un 1 año del pasaje a la eternidad de Mons. Miguel Antonio Barriola, Prelado de Honor de Su Santidad, designado como tal por Benedicto XVI. Tarde me toca escribir de él, pues tarde me enteré de su fallecimiento, a pesar de mis esfuerzos por no ¨perderle la pista¨. Hace bastantes años ya, por el año 2010, tuve la oportunidad de mensajearme por correo electrónico con él. Tuvo oportunidad de leer en Zenit la noticia de la creación de la Red de Laicos Católicos en Defensa de sus Pastores, que funcionó un par de aos en Monterrey, México, con el objetivo de apuntalar a los sacerdotes que hacían y hacen el bien (la mayoría) y dejar en la indefensión e identiifcados a aquellos que eran abusadores. El, viendo esa nota en Zenit, amablemente me escribió, y tuvimos alguna comunicación posterior. Luego, entiendo, ya llegó una etapa difícil de su salud, y de a poco se fue deteriorando para fallecer el 15 de mayo de 2022. ¿Qué decir de él? Un hombre culto como pocos, gran conocedor de las lenguas clásicas (latín, griego, sobretodo), además de hablar y escricir francés, alemán, italiano, etc. Hombre de un léxioc fabuloso, descendiente de españoles. Me tocó conocer a su anciana madre en Montevideo, una mujer vivaz e inteligente, tanto como él. Era de carácter tímido y a veces hosco, pero muy divertido cuando entraba en la conversación ya más en forma próxima. Fue mi director espiritual en el Seminario Mayor de Montevideo, de donde me salí en 1988 (duré unos pcoos meses), e hizo gestiones para que me aceptaran en el Seminario Mayor de Córdoba, Nuestra Señora de Loreto, donde daba clases periódicamente, alternando entre ambos Seminarios (Montevideo y Córdoba). Allí, en Córdoba estuve todo 1989 y parte de 1990. El era mi mentor y a todos les constaba. Por ello aquello de ¨Barriolita¨, como me decían sardónicamente algunos compañeros. De hecho me pidieron un día le imitara en uno de esos momentos de esparcimiento que hay en el Seminario. Entiendo que se rió de mi imitación, pero si le dolió en el fondo, ya no supe. Regresando un servidor a Montevideo, en 1990, ya me dediqué a la vida laical y lo dejé de ver. Luego supe que se había mudado del todo a Córdoba (con su biblioteca fabulosa, la que ocupaba todo su despacho prácticamente en el Seminario en Montevideo), luego de muchas contradicciones en Montevideo. Fue un duro golpe, pues dejó a su madre y eso le dolió mucho. Luego lo confesaba, aunque se veía rodeado del cariño de quienes le querían en Córdoba. Pasados los años, sufrió también enconos en Córdoba y me enteré que se había ido a La Plata, para lo mismo, básicamente, dar clases en el Seminario, pero de aquella ciudad. Monseñor Aguer lo recibió muy bien. Amargura nuevamente al dejar su querida Córdoba, donde dio clases muchos años. Los motivos de estos altercados y dolores era esa visión de recta fidelidad al Magisterio que tenía y que algunos a veces se salteaban o ignoraban, lo que le generaban un gran dolor e indignación, por su propia formación tan fina en teología, que le permitía distinguir rápidamente paja de trigo. Gran profesor, gran biblista, falleció pasando de alguna manera desapercibido, luego de permitir el Señor que su vida fuera un peregrinaje en la fe por la sana doctrina. Así le recordaré, siempre defendiendo la verdad, cuestionando lo no recto y siendo fiel a la ortodoxia católica que siempre enseño. Un fiel Apóstol de Jesus, al que amaba intensamente (particulmente en la celebración eucarística, la que celebraba con gran decoro y respeto a las rúbricas), al igual que a su madre María. Siempre le recordaré con cariño y aprecio, pues de él aprendí mucho para mi vida posterior. Dr. Daniel Sanabria Mexicali, B.C., 31 de mayo de 2023 Fiesta de la Visitación de María