jueves, febrero 03, 2022

El discurso de disenso no es discurso de odio

Por el Dr. Daniel Sanabria

Red de Profesionistas Católicos


A 15 años del inciio de la Red de Profesionistas Católicos (Red de Profesionistas de Monterrey en su capítulo secular), que se cumplieron el día de ayer, día de la Prresentacion del Niño en el Templo, quisiera festejar de otro modo: Expresando unas ideas, quizá no muy acabadas, sobre el discurso de disenso y sus características, que lo hacen diferente a un etiquetado general de discurso de odio. Me explico.


    EL DISCURSO DE DISENSO NO ES DISCURSO DE ODIO


Sí alguien me pidiera una definición de discurso de disenso, primero veamos que es disentir. Este verbo, de acuerdo a la definición de la Real Academía Española (2021) es: "No ajustarse al sentir o parecer de alguien".

Un discurso de desacuerdo, entonces, es un discurso en el que se emiten las razones por las que no se está de acuerdo con "alguien".

Estp no debería de ser objeto ni de discusión, pero en la época en que vivimos, en donde la autovictimización, la hipersensiblidad y las palabras demonizadoras (la palbara herejía o hereje han sido sustituidas por discriminación o discriminador, por ejemplo), van como saetas veloces a través de redes sociales llenas de prejuicios, aviesas a absorber rápidamente cualquier cosa que se parezca a la que algunos le llaman cultura de la cancelación, la cosa se complica.

Y es que cualquier palabra, frase, gesto, sospechoso de ir contra lo "políticamente correcto", se condena en esto tribunales digitales de una manera despiadada, atemorizando y disuadiendo a que las personas expresen lo que piensan, bajo riesgo de ser etiquetadas y condenadas a una muerte social de manera inmediata.

Esto ha hecho de nuestras sociedades, sociedades menos libres, donde las personas no pueden emitir sus opiniones si disienten de lo que otros piensan, con la narrativa de querer generar "discursos de odio".

Y esto es una sencilla falacia: No porque un discurso sea de disenso es de odio. 

Es más, para que sea de odio, debe de poseer lo que un discurso de odio: Palabras hirientes y agraviantes, adjetivación y lanzamiento de acusaciones sin pruebas, estereotipado y culpabilización por ciertas problemáticas sociales/politicas/económicas, etc. Todo esto, para generar odio, intolerancia o animadversión a una persona o colectivo

Pero, en un tiempo en donde todo se admite sin mucha rigurosidad, estas disqusiciones no son ni tomadas en cuenta: La polarización y el discurso del señalamiento constante con etiquetados y juicios más bien llenos de intolerancia, dicen combatir lo que en realidad promueven.

Asi estamos y así se dan las cosas, pero el derecho a disentir y a expresar el disenso con respeto hacia el otro, debe debe ser tolerado, no descalificado a priori y protegido en sus términos de derecho a la libre expresión de cualquier persona. 

Si alguien, ante un discurso de disenso, se dice "discriminado", "víctima de una discurso de odio", simplemente usa como un cliché un señalamiento que es injusto y hasta difamatorio en estos casos para con la persona que lo emite, devalaundo además su verdadera fuerza ante reales discursos de odio.

Como personas de fe, es legítimo reclamar que los discursos de disenso -que por la misma fe debemos de asumir-, no sean estigmatizados por una inquisición secular que quiere acallar formas de pensamiento y expresiones totalmente legítimas en sociedades que se precien de declararse democráticas.


REFERENCIA.

Real Academia Española (2021). Diccionario de la lengua española. (23a ed.). https://www.rae.es/