De manera sorpresiva el 11 de julio pasado estallaron manifestaciones callejeras en varias poblaciones cubanas. En realidad parece ser más el fin de un proceso de degradación de la vida en la isla, que fue creciendo en efervescencia para terminar en algo más amplio que los movimientos y manifestaciones previas, que incluían las voces de influencers y artistas.
Lo que hemos visto hasta ahora en una generación joven que sencillamente quiere otro camino y está harta de privación de libertad y bienes más básicos.
La represión del régimen no se ha hecho esperar: Se habla de miles de detenidos y cientos de desaparecidos, además de los consabido abusos del poder dictatorial, que allana moradas y practica arrestos sin órdenes judiciales de tipo alguno. Y esto por no hablar de la detención ilegal y torturas a los mismos.
Quizá lo más grave es que desde la propia Presidencia del país se mienta abiertamente afirmando que no hay represión cuando hay numerosas evidencias fílmicas que indican lo contrario, además de un delirante llamado al enfrentamiento de quienes apoyan al régimen en la calle con sus opositores. ¡Un llamado a guerra civil!
Es necesario el diálogo y un proceso de reconocimiento de la oposición. Son seres humanos, no gusanos, como se les suele llamar. Debe imperar la racionalidad y la cordura de un régimen, ya similar al del General Batista, que solo conoce de represión, tortura y muerte.
Algo de esta cordura se ha visto en varias manifestaciones,en donde los uniformados no han querido reprimir a la gente de a pie. Esa es una hermosa señal de esperanza.
Si bien no sabemos si esto podrá fracturar un régimen tan monolítico, lo cierto es que no será fácil superar para el régimen este momento y acaso sea el principio del fin de cómo lo hemos conocido.
Quizá esta ¿Segunda Revolución cubana?, sin armas, termine derrotando a las feroces fuerzas de seguridad y el futuro del cambio en paz de la isla, está sujeta a ello.
Dr. Daniel Sanabria
Red de Profesionistas Católicos
