Por Dr. Daniel Sanabria
Luego de pasado un mes de los
sismos llamados del 7S y 19S por los días y mes en que sucedieron, quedan muchas
reflexiones sobre la mesa, que no deberíamos de soslayar:
a Hay
una reserva solidaria muy fuerte en el pueblo mexicano, particularmente en los
llamados millennials, quien siempre suelen ser criticados por su ’ausencia
social’ a diferencia de generaciones juveniles previas, muy comprometidas con
el país y el cambio del mismo.
La
unidad mexicana se vio fuerte incluso con personas que ya no viven en el país,
pero se sensibilizaron ante las catástrofes ocurridas, movilizando recursos,
haciendo esfuerzos fabulosos a veces de manera anónima, para apoyar a sus
compatriotas.
A estos elementos positivos asoma
lo negativo, lo que dejó ver las ruinas morales provocadas por la mentira y la
muerte, la violencia y la corrupción tan extendidas como un cáncer por el país:
a El
cinismo de algunos que no movieron un
dedo por ayudar a los demás pero procuraban “sacarse la foto” para publicitar
su supuesto apoyo a los damnificados.
El
muro de la corrupción que incluso al día de hoy evita que mucha ayuda reunida y
enviada no llegue aún a sus destinatarios.
La
desinformación y la mentira organizadas para no dar a conocer de manera
cristalina la enormidad, la magnitud y las consecuencias de lo sucedido.
Mucho se ha hablado que ésta es
una oportunidad para reconstruir a México desde sus cimientos. Todo parece
indicar que eso no ocurrirá ante la típica indiferencia ciudadana, clavada en
sus problemas cotidianos de cuasi sobrevivencia.
Sin embargo hay una rendija de
esperanza en un gigante dormido que pareció despertar en estas contingencias y
que se llama ciudadanía movilizada.
No es suficiente con ello. Como
Red de Profesionistas Católicos creemos que si este pueblo no vuelve a Dios y a
cumplir sus preceptos y mandamientos de amor, será poco probable lograr que
hombres y mujeres nuevos, renovados, comprometidos con el bien común y no con
el dios dinero, decidan tomar el riesgo de la conducción de este enorme país y
devolverle el brillo, la alegría y belleza
perdidas durante tanto tiempo.