PASSIO
ECCLESIAE
VIACRUCIS DE LA IGLESIA DE NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO
Por DS
Querido hermano, bien
sabemos, por nuestra fe católica, que el camino y el destino de la Iglesia está
profundamente vinculado al camino y al destino de Cristo. Ella es su cuerpo
místico y se encuentra profundamente unida a Él, también en su pasión dolorosa.
Por eso te invitamos a
adentrarte en este ejercicio piadoso, que recomendamos realizar los miércoles
-dedicados por la Iglesia a San José y a la propia Iglesia- por todos los que
la integramos, pues la pasión de la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo es
también pasión de sus hijos fieles.
Recorreremos con afecto
filial estas estaciones, que nos hacen recordar que “el servidor no es más que
su patrón. Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a ustedes” (Jn.
15,20) y que “si así tratan al árbol verde, ¿qué harán con el seco?” (Lc. 23,
31).
Acompañemos con devoción y
oración profunda estas meditaciones, que buscan acompañar a la Iglesia en su
camino doloroso, que debe recorrer para resucitar gloriosa como su Esposo
Divino.
1ª
estación: La Iglesia en su Huerto de los Olivos
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La noche es oscura. El mundo
está envuelto en lo espeso de la confusión de las tinieblas. Y la Iglesia ora
intensamente, sabiendo lo que viene para ella.
Los discípulos, tristes y
adormilados, acompañan el momento a tiro de piedra. La Iglesia se encomienda a
su Esposo Divino y se pone en sus manos, pidiendo que se haga la Voluntad de
Él, no la propia.
No es fácil para la Iglesia
desprenderse de ella misma, de sus seguridades. No es fácil y sufre, pues tiene
miedo por lo que vendrá. Pero es confortada por el Ángel del Señor.
Que nosotros sepamos
acompañar a la Iglesia en su Huerto de los Olivos, sin dormirnos ni
entristecernos.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
2ª
estación: La Iglesia es entregada por traición
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
El traidor ha guiado a
quienes aprehenderán y querrán acabar con la Iglesia en medio de la confusión y
oscuridad de la noche.
Sabe adónde llegar y cómo llegar.
Sabe a quién señalar para su arresto y cargarle de cadenas.
El traidor ha convivido
años, ha sido parte de la Iglesia mucho tiempo. Ha sido su servidor, pero se ha
dejado seducir por el demonio a través de las monedas miserables del
reconocimiento mundano y el aplauso. Le seduce la popularidad y el coqueteo con
los poderes del mundo. Le han seducido la impureza y la carne, la codicia y la
envidia.
Roguemos primero para no
ser nosotros los traidores “¿Soy acaso yo Maestro?” y luego recemos por quienes
traicionan a la Iglesia, para que Dios tenga misericordia de ellos.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
3ª
estación: La Iglesia es juzgada y condenada a muerte
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia, encadenada y
sometida, es conducida a los poderes farisaicos y mundanos para ser juzgada.
Son juicios ilegales, sin
pruebas, con testigos falsos. Lo único que les interesa es condenarla a la muerte
y una muerte de Cruz.
Coinciden quienes no se
pueden ni ver: Los nuevos fariseos con los poderes más alejados de la fe,
indiferentes a altercados que no les interesan Solo les interesa una cosa: No
tener molestos cuestionadores de leyes injustas e inmorales.
La Iglesia es interrogada:
“Mira de todo lo que te acusan. Tu afirmas ser portadora de la Verdad,
prolongación de Cristo en la historia.
¿Es esto cierto?”. Y la respuesta: “Tú lo has dicho. Y la verás renacer
por la virtud y potencia del Espíritu Santo.”
Los poderes farisaicos y
del mundo se rasgan las vestiduras y declaran a la Iglesia rea de muerte. Los
poderes del Estado se muestran indecisos y mandan a dar un escarmiento a la
Iglesia.
Oremos y sepamos acompañar
a la Iglesia, defendiendo nosotros la verdad en toda circunstancia y en
cualquier ambiente y momento.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
4ª
estación: La Iglesia es azotada y coronada de espinas
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia sufre como
escarmiento el escarnio y el azote. Es coronada de espinas y es burlada por sus
verdugos. Ella sufre y sangra en silencio. Un silencio de amor redentor,
uniéndose a su Esposo Santo, participando de la obra de la redención.
El mal físico aumenta en
intensidad, pero no lo es menor el moral. Ella, que lo dio todo por centurias,
por la Humanidad, recibiendo tales castigos.
Sepamos sufrir con la
Iglesia sus momentos aciagos, en sencilla y humilde oración, con paciencia,
ofreciendo un dolor purificador que se vuelve salvación.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
5ª
estación: La Iglesia es condenada por la multitud
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia, aún sangrante
por el castigo, es conducida ante la multitud, la que pide crucificarla.
El poder humano no
encuentra razón para ello, pero la multitud pide su muerte. Los agentes del mal
se han infiltrado en la multitud para sembrar la mentira y el desprecio por la
Iglesia.
El tumulto crece y la
demanda de muerte también. “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros
hijos” braman, sin saber lo que dicen.
El poder humano se lava las
manos, pero al final se hace cómplice del crimen.
Sepamos reclamar lo
correcto, aun cuando la mayoría grite contra la Iglesia, pidiendo su muerte.
Hagamos nuestra parte para que la sentencia injusta no se concrete.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
6ª
estación: La Iglesia es cargada con la cruz
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia es cargada con
una pesada cruz, con la que deberá de recorrer el camino a su Gólgota.
Es un camino duro, largo,
en subida a cuestas. Será duro el camino, pero aquí estamos tus hijos para
acompañarte en estos momentos terribles, amada Madre, por la que se ha abierto
para nosotros el camino a la felicidad y la eternidad plenas.
Danos Señor fuerzas para
recorrer este camino sin dejarnos arredrar por los enemigos que nos gritan e
insultan.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
7ª
estación: La Iglesia cae bajo el peso de la cruz
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
Duro es el recorrido. Sin
alimento y bebida, la Iglesia debilitada camina hasta que cae bajo el peso
terrible del madero.
Estallan los insultos y
azotes, los gritos y blasfemias, pero la Iglesia calla y retoma fuerzas, recoge
su madero y sigue adelante con muchas dificultades.
Señor: Que no decaigamos
ante el peso de la Cruz. Que no dejemos de orar para no desfallecer ante su
peso. Que sepamos llevar, como tu Iglesia, la Cruz con amor y paciencia,
sabiendo que es camino de nuestra salvación
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
8ª
estación: La Iglesia es ayudada por su Cirineo
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia cae bajo el peso
de su cruz, ferozmente golpeada, azotada e insultada por sus enemigos. En medio
de tanta maldad y odio, se permite que haya un Cirineo que ayude a la Iglesia a
levantar su Cruz y salir adelante.
Ese Cirineo puedes ser tu o
yo en la medida en que nos decidamos a ayudar a la Iglesia a llevar esa cruz
pesada que la agobia. No es fácil afrontar el reto, pero debemos de tomar
coraje y valentía para hacerlo.
Ayúdanos Señor a sacar las
fuerzas para asistir a tu Iglesia en esos tramos últimos de doloroso recorrido
hasta llegar al Gólgota.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
9ª
estación: La Iglesia consuela a quienes lloran por ella
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
Esta Madre y Maestra en
humanidad no pierde ocasión para, en su gran dolor, hacer el bien,
compadeciéndose de quienes lloran por ella.
No les irá mejor a ellos
que a ella. No es mayor el siervo que su señor. Si así le va a ella, ¿cómo le
irá a quienes lloran por ella?
Que esta compasión nos
lleve Señor a meditar más en el porvenir de nuestras vidas cristianas, unidas necesariamente
al camino de la Cruz.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia
de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
10ª
estación: La Iglesia es despojada de sus vestiduras
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
Como forma de avergonzarla
y humillarla, la Iglesia es despojada de sus vestiduras, o sea, de hasta lo más
mínimo para servir a Dios y a los hombres.
Se quedará sin nada, pobre,
dolorida y sufriendo los estertores del frío. Así será la culminación antes de
su fijación en la cruz.
Que sepamos Señor aceptar
esto y orar por esta Iglesia desprendida de todo a la fuerza, sin medios y sin
posibilidades de llegar a nadie, solamente contando contigo, que al fin y al
cabo es lo que le basta en estos momentos aciagos.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
11ª
estación: La Iglesia es crucificada
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
El momento de la fijación
de la Iglesia en su cruz será terriblemente doloroso, al igual que cuando
clavaron a su Divino Fundador en la Cruz.
Será muy difícil oírla
gemir y sufrir en sus hijos, pero de ella saldrá la nueva primavera de la
Iglesia, la necesaria nueva Iglesia de Jesús.
Pidamos al Señor la
capacidad de resistir y ofrecer este dolor inmenso a Dios, uniéndonos a la obra
redentora por el bien de muchos.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
12ª
estación: La Iglesia muere en la Cruz
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
(De rodillas hacemos un
momento de silencio)
Luego de buen tiempo de
agonía, la Iglesia da sus últimas palabras de perdón a sus verdugos y se
encomienda a Dios. Se siente sola, absuelve al buen ladrón, entrega su Madre
María a los seguidores y ofrenda su espíritu a la Trinidad Sacrosanta.
El espectáculo es
espeluznante, pero pronto soplan los vientos de Cristo, su Esposo, entregando a
ella el don de su Espíritu. Hay prodigios que hacen entender a los verdugos que
quien ha muerto es Santa y por tanto se alejan confundidos cuando menos.
Pidamos al Señor que este
momento sea de máxima intensidad en nuestra vida interior y que el dolor del
luto sea tranquilo y esperanzador.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
13ª
estación: La Iglesia es bajada de la cruz
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia es bajada de su
cruz. Allí hay un hombre bueno que pide recoger sus restos antes que caiga la
noche en la Humanidad.
Los restos de la Iglesia
son envueltos cuidadosamente ante el dolor de aquellos que siguen entre
imperturbables e incrédulos a la vez de todo lo que ha pasado. ¿Cómo ha pasado
esto? ¿Cómo ha venido a caer la Iglesia cuando hacía no mucho era vigorosa,
lozana, seguida y admirada por multitudes? ¿Qué ha ocurrido?
Quiera Dios que tengamos
esa capacidad de entregarnos a la Voluntad de Dios en momentos tan aciagos,
para Gloria suya y mayor bien de las almas en un futuro no lejano.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia
de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
14ª
estación: La Iglesia es depositada en el
sepulcro
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia es depositada en
un sepulcro nuevo, excavado en piedra, en donde ella estará yaciente,
aguardando su resurrección.
Son momentos muy difíciles
para sus hijos. Son pocos los que acompañan en fidelidad hasta el final. Allí
está María, sufriendo por esta Hija, que ha pasado tanto dolor y escarnio en
tan poco tiempo.
Que no dejemos de acompañar
en el luto a María, Madre de la Iglesia, y seamos fieles, comenzando un tiempo
en el que solo habrá oración y silencio, en una esperanza cierta de que la
Iglesia resucitará para la Gloria.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
15ª
estación: La Iglesia resucita.
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
Al tercer día, la piedra de
la tumba se remueve y una potente luz en la madrugada señala que algo ha
ocurrido con el sepulcro.
La Iglesia ya no está allí.
Ya resucitó gloriosa como su Divino Fundador: Vuelve más espiritual, más
carismática, sorprendiendo a propios y extraños.
La alegría incrédula de
muchos creyentes va dando paso a la certeza gozosa de que la Iglesia, renovada
totalmente, ya abandonó definitivamente su sepulcro, llamando a no tener temor,
a dejar en el pasado el derrotismo y la abulia espiritual para lanzarse
valientemente testimonio de Aquél que la levanta, la resucita y la envía como
anunciadora de una Buena Nueva para toda la humanidad.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
MEDITACIÓN FINAL
Hermano: Hemos
recorrido con nuestra Madre, la Iglesia, un camino de pasión, muerte y
resurrección. Ojalá estemos dispuestos a ser uno con ella, fomentando entre los
cercanos y lejanos en la fe el respeto. el cariño, el amor, por aquella que es
“Maestra de Humanidad”, en las palabras de San Pablo VI.
En unos momentos de
silencio revisamos cuál será nuestra contribución concreta en esta obra, pees
quien ama a Cristo no puede no amar a su continuación en la historia, el fruto
de su Sangre Preciosa, la Iglesia, una, santa, católica, apostólica.
(PAUSA)
Pidamos a San José,
Patrono de la Iglesia Universal, nos auxilie en concretar el propósito
alcanzado.
ORACIÓN FINAL
Te pedimos Señor,
nos alcances la gracia de no separarnos nunca de la Iglesia, aun cuando la barca
de Pedro parezca hundirse, o todo parezca perdido. Que nuestra fidelidad a ella
sea inquebrantable aún en las peores circunstancias y aunque ya casi todos la
hayan abandonado.
Que sepamos como
María, el discípulo amado y las otras mujeres, no apartarnos ni abandonarla aun
cuando ya haya muerto. Que sepamos llorarla y velar con una profunda fe en que
se cumplirán las palabras proféticas: “Las puertas del infierno no prevalecerán
contra ella” (Mt. 16, 18) y que un día podremos volverla a contemplar bella y
hermosa, ataviada y gloriosa para el mismo Jesús. Amen.
En nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.