Los últimos meses se han alentado las tensiones en un mundo multipolar como el que vivimos. Las tensiones crecen entre las grandes potencias, sobretodo en Ucrania y Taiwan, donde se centran los focos de atención mundial, olvidando conflictos que hace tiempo desangran naciones como Siria, Yemen, Sudan y Etiopía, entre otros.
Las consencuencias de lo que podría ocurrir en los casos de Ucrania y Taiwan preocupa de manera muy particular, pues técnicamente, y en los hechos, de concretarse acciones bélicas, darían paso a una Guerra Mundial.
El mundo, sumergido en la crisis provocada por la varianet Ómicron del COVID-19, parece no advertr de la gravedad de la amenaza.
Nosotros, como hijos de Dios, debemos de confiar a Él una súplica ardiente, profunda, por la Paz. De una guerra convencional a una nuclear entre grandes potencias, habría más de un paso, pero pasos al fin.
Encomendemos esta intención a la Reina de la Paz, para que aleje la sombra de la guerra, en un mundo ya tan convulso y entregado a sus propias ruindades.