Por doloroso que sea reconocerlo, el drama de Acapulco a raíz de Otis solo comenzó con el pasaje del huracán: En efecto. Además de todo lo que implica una lenta, muy lenta recuperación (hoy ni internet casi hay en el puerto, se han quedado sin árboles, llenos aún de escombros y basura y un larguísimo etcétera), han salido a flote la contradicciones entre lo que muchos lugareños indican (hubo en el orden de cientos de muertos cuando el Gobierno sigue hablando de 52) en cuanto a muertos y desaparecidos se ha dado a conocer, además de la cooptación del crimen organizado, que ni en la gtragedia ha dejado en paz a las gentes de aquellos rumbos.
Se habla que Acapulco no volverá a ser igual. Quizá así sea, pero urge no dejar solos a los acapulqueños en sus tribulaciones y dolores. Ya que el Gobierno en sus diversos niveles parece haberles dado la espalda, queda en el campo de la sociedad civil no dejar de apoyarlos y seguir manteniendo viva esa voz de pedido de ayuda que aún necesitan tantos hermanos que no tienen adonde ir o alternativas posibles más que unirse a caravanas de migrantes (desde Guerrero y Michoacán es donde más llegan a albergues fronterizos al menos en el noroeste del país).
Se sigue enviando ayuda desde diversos Estados por Cruz Roja Mexicana, como en este caso, desde Chiapas.