Siempre en las discusiones sobre la homosexualidad se parte de un principio inamovible: No es una enfermedad, y de allí en más todo lo que se quiera ver de plantear. Quien cuestione de manera directa o indirecta esto, o es un ignorante, o un loco, un fascistas, un discriminador, homófobo. Póngale la etiqueta que quiera: Cualquiera puede ser correcta.
Pero este "dogma" se inscribe a partir del famoso cambio de postura de la American Psichological Association, la que, sin dar muchas explicaciones con datos duros, cambió de un buen día para otro su discurso al respecto de la homosexualidad y la retiro de la lista de enfermedades o desórdenes mentales.
De allí en más, como suele ser en estas cosas, se dio un efecto dominó a nivel mundial, cambiando esa visión en la que se debía de someter al individuo a una terapia para volverlo "heterosexual".
Ese tipo de "terapias" variaba en mucho sus prácticas y formas de hacerse, desde electroshocks hasta drogas.
Sin duda que esto constituyó una forma agresiva de querer incluso cambiar a la fuerza conductas a personas cuya actividad o conducta cotidianas no se veían mayormente afectadas por sus prácticas sexuales privadas. Sin duda una verdadera violación a la libertad de muchas personas.
Hasta allí lo manejado comúnmente.
Pero, siempre hay un pero, hay varias cosas que se suelen silenciar y que rescatamos de la nota periodística del New York Times del 16 de septiembre de 1973 (1), respecto a la rueda de prensa donde se comunica este cambio radical de postura por parte de la APA:
- Los Directivos de la APA, cuestionados, dijeron que no estaban diciendo que la homosexualidad era "normal' o 'anormal'. No se pronunciaron al respecto.
-Explicaron que si habían personas que acudían al psiquiatra porque se sentían perturbados por dicha orientación sexual, serían tratados como personas con "trastorno de orientación sexual", a la que definieron como "individuos cuyos intereses sexuales están dirigidos hacia personas de su propio sexo y que están perturbados, en conflicto o desean cambiar su orientación sexual".
Lo anterior es importante porque quiere decir que además de no zanjar la disputa, compleja por cierto, de qué es normal y qué no, dejaron abierta la posibilidad que las personas con tendencias homosexuales pudieran acudir al psiquiatra para buscar un cambio, si así lo deseaban.
Esto es muy importante porque esto se suele soslayar en los debates sobre el asunto: Quien quiera debe de tener el derecho de ir a un terapista o un psiquiatra competente para tratar este "disturbio", si así lo requiere.
Prohibir y condenar las terapias al respecto, es, pues, tan grave error como haberlas prescrito casi de manera compulsiva durante al menos un siglo a toda persona con tendencia homosexual.
Siempre debe primar es interés por la persona antes que la ideología o la presión de lobbies fanáticos e irracionales.
(1) https://www.nytimes.com/1973/12/16/archives/psychiatrists-in-a-shift-declare-homosexuality-no-mental-illness.html
sábado, diciembre 28, 2019
martes, diciembre 24, 2019
Y en medio de la oscuridad del caos, el desorden y las tinieblas...
... su Madre dio a luz la Luz que ilumina al mundo aún hoy...
¡Feliz Navidad les desea el Blog de la Red de Profesionistas Católicos de Monterrey!
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miércoles, diciembre 18, 2019
EL FANATISMO IDEOLÓGICO
Por el Mtro. José Luis Ramírez Vargas
Red de Profesionistas Católicos
Son de la Humanidad bien conocidos los actos de intolerancia que, a
través de los siglos, se han dado en contra de los libros cuyas ideas plasmadas
en forma de palabras han sido consideradas un peligro para la mentalidad
dominante o la ideología oficial. A título de muestra valdría la pena citar la
célebre Biblioteca de Alejandría, cuyos valiosos documentos fueron vandalizados
en varias ocasiones a partir del siglo IV d.C., muchos de ellos desparecieron
para siempre. Siglos más tarde en la Florencia del siglo XV, el fanático
Jerónimo Savonarola ordenó la quema de libros y manuscritos de la Antigüedad
clásica, por considerarlos impuros.
La censura o prohibición de libros
susceptibles de difundir ideas contrarias a la fe fue una práctica en los
países católicos, anglicanos o luteranos durante y después de la Reforma
protestante del siglo XVI. Estos hechos, si bien seguirán siendo lamentables y
estigmatizados por la Historia, son explicables en el contexto de la mentalidad
medieval, la difusión de las nuevas creencias y la formación de los estados
modernos. Ya menos comprensibles y menos aceptables, en razón del progreso de
la Humanidad, son las acciones que en pleno siglo XX, tuvieron como finalidad
la aniquilación de las obras impresas por razones ideológicas, religiosas o
políticas, como sucedió en la Alemania nazi, en donde Joseph Goebbels ordenó la
operación “Quema de Libros” en mayo de 1933, su objetivo: todos los libros que
tuvieran que ver algo con el judaísmo, o ya en nuestros días, la destrucción de los
archivos y biblioteca de Bagdad llevada a cabo por los Talibanes en 2003.
Por estas razones resulta sorprendente que en los países democráticos,
conocedores de los más elementales derechos, desde la Carta de las Naciones
Unidas de 1945, hayan sido testigos de acontecimientos que han infringido
impunemente los artículos de ese documento fundacional firmado por ellos, en lo
que respecta al respeto de la libre expresión de las ideas. Un ejemplo lo
acabamos de ver en la reciente Feria Internacional del Libro, en Guadalajara,
en donde un grupo de alrededor de 200 mujeres, que se autodenominan
“feministas”, debidamente custodiadas por los guardias de seguridad de la FIL,
penetraron en dichas instalaciones el pasado 6 de diciembre, se dirigieron a un
stand, anteriormente identificado por ellas, y con gritos e insultos al
personal femenino que lo atendía, robaron los ejemplares de un título que
estaba expuesto para la venta al público, destrozando y robando parte del otro
material. Luego de exponer “las razones” por las que hacían eso, salieron, y en
plena explanada de la feria del libro, procedieron a la quema de los ejemplares.
Alrededor de la gran fogata a la que continuaban echando los despojos de los
libros, entonaban cantos y abucheaban al “odio” de género, supuestamente
afirmado por los autores del libro requisicionado.
¿Qué fue lo que produjo la rabia de este grupo ya conocido por la
violencia y vandalismo en sus manifestaciones y la consecuente impunidad por
parte de las autoridades? El “peligroso” libro secuestrado y quemado es un
estudio realizado por los terapeutas, Juan Manuel Rodríguez y Misael Ramírez, intitulado:
“Psicoterapia pastoral: matrimonio y homosexualidad” (Kerygma, 2019).
Hago dos reflexiones en torno a este lamentable hecho. Son bien conocidos
por todos los artículos constitucionales y la Declaración de Derechos Humanos
que hablan claramente a este respecto: La libertad de expresión es el
derecho que tiene toda persona a pensar y compartir con otras personas sus
ideas, reflexiones y opiniones, es decir, el derecho a razonar y dar a conocer
lo que piensa... Este derecho incluye también la libertad de buscar, recibir y
difundir ideas, opiniones e informaciones, por cualquier medio… tiene derecho a
manifestar y difundir opiniones e ideas, así como a buscar, recibir y difundir
información. Nadie tiene derecho a impedir su libertad de expresión
discriminándola por su nivel de educación, color de piel, raza, género, clase
social, la religión o la ideología política… (artículos 6º y 7º constitucionales y
artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos). La breve cita
de estos artículos no requiere muchos comentarios por eso sólo me pregunto: ¿Conocen
los grupos feministas estos párrafos de nuestra Carta Magna? Primer corolario:
la ignorancia es la fuente de los fanatismos, parodiando la frase del célebre
escritor francés Régis Debray. En este sentido, al impedir la libre circulación
de ideas por un simple medio impreso, ¿Qué diferencia hay entre la acción de estas
mujeres “feministas” y los fanáticos nazis de la década de 1930?
Segunda reflexión: ¿Las iconoclastas de la FIL de Guadalajara habrán
leído el libro? ¿han hecho un análisis de sus propuestas? ¿tienen argumentos en
contra de lo ahí afirmado, de tal forma que la conclusión a la que hayan
llegado haya sido la hoguera? Me inclino a apostar a que no habrán visto más
allá de la portada, o tal vez la palabra “homosexualidad” en un libro de
editorial católica les haya hecho revivir la animadversión que tienen estos
grupos para con la Iglesia católica, o los viejos prejuicios con los que
cuentan para agredir al que no los tiene u opina de manera diversa. Pero
supongamos que más de alguna lo haya leído atentamente, lo haya analizado y
haya transmitido puntualmente sus contenidos a sus compañeras de protesta. Ante
esta remota posibilidad, me pregunto ¿qué es lo que tanto les molesta o les inclina
a considerar como odiosa cualquier oferta de terapia para las personas de
orientación homosexual que voluntariamente deseen acudir a ella? Hoy en día, si una persona desea “cambiar” de sexo o
convertirse por su propia voluntad en “transgénero”, o en otra de esas opciones (tal vez no
científicamente comprobadas, pero ya autentificadas por la ideología
dominante), nadie se lo puede impedir, es su derecho, sólo que si una persona
con tendencia homosexual desea libremente, recibir una terapia que le hará tal
vez recuperar una identidad, es de inmediato estigmatizada y la oferta de quien
la propone o lleva a cabo, es considerada como una “imposición”, una
“intolerancia”, o como un acto de “odio” en contra de la homosexualidad.
Completamente ilógico.
Segundo corolario. Se avizora una recesión en lo que respecta a los
principios básicos de toda democracia: El debate libre de argumentos en pro y
en contra de una postura, el diálogo, el intercambio de ideas, la pluralidad de
opiniones que tan profusamente ha divulgado nuestra civilización occidental
parece estar quedando en letra muerta, en aras del “pensamiento único”. Éste se
traduce en una nueva ideología, la de género, la cual está tomando el lugar de
la obsoleta ideología de izquierda, con nuevos dogmas, igual o más intolerantes
que los anteriores. Las primeras víctimas de esta dictadura del nuevo “proletariado”
son los libros. Es el caso del libro quemado en la Feria Internacional del
Libro en Guadalajara.
Conclusión y sugerencia. Estos grupos y otros similares tienen todo el
derecho de disentir de las opiniones diversas a la suyas y de expresarlo
libremente, sólo que cuando no se está de acuerdo con lo afirmado en una obra,
la racionalidad más básica nos invita a hacer una revisión, redactar una reseña
crítica, o… escribir otro libro. Aniquilar al adversario, sólo porque su
cosmovisión no es igual a la mía, es una expresión típica del autoritarismo, el
fanatismo y la irracionalidad. Por último, el libro en cuestión no trata de
feminismo, sino de homosexualidad…
P.S. “¡Marx! ¡Lenin! ¡Vuelvan! se han vuelto locos”. (graffito en Praga durante la invasión soviética de
1968)
“¡Voltaire! ¡John Locke! ¡Emanuel Kant! ¡Vuelvan! se han vuelto locas”
(Guadalajara, México. Año 2019)
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Quema de libros
viernes, diciembre 06, 2019
De "El violador eres tú" a "Mi ayuda eres tú": Cambio de chip
Es muy sonado, estas ultimas semanas en particular, este himno feminista, cuyo título ponemos entre comillas "El violador eres tú". Se ha vuelto en pocas semanas, saliendo de Chile al mundo, un icono en la lucha de las mujeres contra la denominada violencia machista, solapada por el Estado y algunos de sus actores, como los jueces y policías.
Sin embargo, su contenido y lo que transmite no ayudan mucho a solucionar el problema, que al final del camino es lo que importa. Y no ayuda por su señalamiento que no genera empatía, en particular en esa enorme masa de población masculina que no comparte, rechaza e incluso estaría dispuesta a comprometerse a ayudar de manera efectiva en la solución del asunto de fondo, en el mismo terreno de los hechos (en la calle, en la casa, en el club, en el transporte público, en el antro, etc.).
La violencia es violencia, sea contra hombres o mujeres, niños, jóvenes o ancianos. La violencia es contra las personas. Dividir, táctica favorita de la ideología de género, no ha aportado la verdad mucho (es muchos caso incluso ha exacerbado el rechazo al propio movimiento feminista que en principio pretende ser pacifista) para reducir y acabar racionalmente con la violencia contra las mujeres y con la violencia contra las personas en general.
De modo que creo que la estrategia es inefectiva y equivocada para solucionar el problema que se intenta solucionar, aunque sirve para fomentar el odio y la guerra, innecesaria por cierto, entre sexos.
Vernos como complementarios hombres y mujeres, y que todos nos podemos ayudar entre todos contra la violencia es clave para tener una visión que permita agregar y sumar, no dividir y restar.
Es preciso ver a los jueces y los policías como parte del esfuerzo y no como parte del problema, aún reconociendo que muchos de estos individuos son cómplices de la violencia contra las mujeres... y contra los hombres también (baste recordar cuando un hombre va a una estación de policía porque la mujer le agredió y cómo suele irle, en estos casos).
De modo que lo que conviene es no ver al hombre por ser hombre como enemigo potencial, sino al revés, como un potencial apoyo y ayuda para neutralizar a aquellos que son violentos, siempre los menos, aunque anden uniformados y/o tengan autoridad.
Dr. Daniel Sanabria
Sin embargo, su contenido y lo que transmite no ayudan mucho a solucionar el problema, que al final del camino es lo que importa. Y no ayuda por su señalamiento que no genera empatía, en particular en esa enorme masa de población masculina que no comparte, rechaza e incluso estaría dispuesta a comprometerse a ayudar de manera efectiva en la solución del asunto de fondo, en el mismo terreno de los hechos (en la calle, en la casa, en el club, en el transporte público, en el antro, etc.).
La violencia es violencia, sea contra hombres o mujeres, niños, jóvenes o ancianos. La violencia es contra las personas. Dividir, táctica favorita de la ideología de género, no ha aportado la verdad mucho (es muchos caso incluso ha exacerbado el rechazo al propio movimiento feminista que en principio pretende ser pacifista) para reducir y acabar racionalmente con la violencia contra las mujeres y con la violencia contra las personas en general.
De modo que creo que la estrategia es inefectiva y equivocada para solucionar el problema que se intenta solucionar, aunque sirve para fomentar el odio y la guerra, innecesaria por cierto, entre sexos.
Vernos como complementarios hombres y mujeres, y que todos nos podemos ayudar entre todos contra la violencia es clave para tener una visión que permita agregar y sumar, no dividir y restar.
Es preciso ver a los jueces y los policías como parte del esfuerzo y no como parte del problema, aún reconociendo que muchos de estos individuos son cómplices de la violencia contra las mujeres... y contra los hombres también (baste recordar cuando un hombre va a una estación de policía porque la mujer le agredió y cómo suele irle, en estos casos).
De modo que lo que conviene es no ver al hombre por ser hombre como enemigo potencial, sino al revés, como un potencial apoyo y ayuda para neutralizar a aquellos que son violentos, siempre los menos, aunque anden uniformados y/o tengan autoridad.
Dr. Daniel Sanabria
Imagen: Youtube.com
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