sábado, junio 17, 2023
Hacia una ecología integral / Dr. José Roberto Mendirichaga
Imagen: https://www.humandevelopment.va/en.html
Quisiera en este artículo hacer algunas consideraciones en torno al tema
ecológico. Tomaré como base la encíclica del Papa Francisco titulada Laudato si’
(Alabado sea), de mayo de 2015, no sin antes precisar que me centraré en el
capítulo cuarto del mismo documento, en un intento por resumir el pensamiento
papal pero buscando también su coincidencia con el de otros pensadores. ¿Por qué
abordar un tema científico, social y político, como es el de la ecología,
combinando algunas ideas teológicas? Porque estas últimas representan un sólido
andamiaje que refuerza lo que se realiza en el campo humano. Y porque estas
mismas ideas y principios no sólo no contradicen lo que la ciencia postula, sino
que la confirman. En realidad, no hay dos verdades; es una sola. La citada
encíclica sobre el cuidado de la casa común va precedida de una amplia nota que
alude a referencias bíblicas; a lo que han expresado los pontífices romanos, de
Juan XXIII a Benedicto XVI; a lo que han manifestado otros líderes religiosos
cristianos y no cristianos; al pensamiento de San Francisco de Asís, patrono de
los ecologistas católicos; más el propio llamado del Papa Francisco acerca de la
búsqueda de un desarrollo sostenible, “con la urgente invitación a un nuevo
diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta”. Los
títulos de los capítulos resultan claros: I. Lo que ha estado pasando a nuestra
casa. II. El Evangelio de la Creación. III. Raíz humana de la crisis ecológica.
IV. Una ecología integral. V. Algunas líneas de orientación y acción. VI.
Educación y espiritualidad ecológica. Laudato si’ es un documento de 245 puntos,
que en la edición citada representa 150 páginas. Pero vayamos al análisis del
cuarto capítulo de la encíclica: 1. Ecología ambiental, económica y social. “La
ecología estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente
donde se desarrollan […]. No está de más insistir en que todo está conectado
[…]. Las especies vivas conforman una red que nunca terminamos de reconocer y
comprender […]. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino
una sola y compleja crisis socio-ambiental […]. Así como cada organismo es bueno
y admirable en sí mismo por ser una creatura de Dios, lo mismo ocurre con el
conjunto armonioso de organismos en un espacio determinado […]. Cabe recordar
que los ecosistemas intervienen en el secuestro de anhídrido carbónico, en la
purificación del agua, en el control de enfermedades y plagas […]. Es necesaria
una ecología económica […], pero al mismo tiempo se vuelve actual la necesidad
imperiosa del humanismo, que de por sí convoca a los distintos saberes […].
Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales
[…]. Tanto en la administración del Estado, como en las distintas expresiones de
la sociedad civil […] se registran con excesiva frecuencia conductas alejadas de
las leyes […]”. A propósito de la ecología, el médico-investigador Alfredo
Piñeyro López, rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, hablaba de
“cadenas de vida”. El Premio Nobel de Química 1995, Mario Molina, dejó claro lo
siguiente: “Los científicos pueden plantear los problemas que afectarán al medio
ambiente con base en la evidencia disponible, pero su solución no es
responsabilidad de los científicos, es de toda la sociedad.” 2. Ecología
cultural. “Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico,
artístico y cultural, igualmente amenazado […]. No se trata de destruir y de
crear nuevas ciudades supuestamente más ecológicas, donde no siempre se vuelve
deseable vivir. Hace falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura
de un lugar, manteniendo su identidad original […]. La visión consumista del ser
humano, alentada por los engranajes de la actual economía globalizada, tiende a
homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un
tesoro de la humanidad […]. La desaparición de una cultura puede ser tanto o más
grave que la desaparición de una especie animal o vegetal […]. (Para las
comunidades aborígenes), la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y
de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual
necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores”. Varios
académicos coinciden, directa o indirectamente, en esta visión humanista que el
Papa Francisco postula. Una de ellos es Donella Meadows, profesora del MIT y
fundadora de la Academia del Cambio Sistémico. Acerca de su pensamiento han
escrito los Ecologistas en Acción el artículo “Donella Meadows y la metáfora del
espejo”, uno de cuyos párrafos apunta: “El cambio global y las pandemias que
estamos viviendo son ejemplos que nos permiten progresivamente tomar conciencia
del carácter no estacionario de estos sistemas dinámicos complejos […]; no
prestar atención a este mundo de interrelaciones es no reconocer nuestra
realidad en el espejo, como parte de la naturaleza”. 3. Ecología de la vida
cotidiana. “Para que pueda hablarse de un auténtico desarrollo, habrá que
asegurar que se produzca una mejora integral en la calidad de vida humana […].
La vida social positiva y benéfica de los habitantes derrama luz sobre un
ambiente aparentemente desfavorable. A veces es encomiable la ecología humana
que pueden desarrollar los pobres en medio de tantas limitaciones […]. Toda
intervención en el paisaje urbano o rural debería considerar cómo los distintos
elementos del lugar conforman un todo que es percibido por los habitantes como
un cuadro coherente con su riqueza de significados […]. No sólo los pobres, sino
una gran parte de la sociedad sufre serias dificultades para acceder a una
vivienda propia […]. Muchos especialistas coinciden en la necesidad de priorizar
el transporte público […]. La ecología humana implica también algo muy hondo: la
necesaria relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su
propia naturaleza […]”. En la lectura de Miedo líquido. La sociedad
contemporánea y sus temores (ed. cit., pp. 205-206), de Zygmunt Bauman, en la
que el autor, muy próximo a iniciar el siglo XXI, habla de “un Estado social que
se bate en retirada por todas partes” y se detecta “el miedo a la degradación
social y al fantasma de la pobreza y la exclusión social que aguarda al final de
la espiral descendente”, encontramos también una luminosa cita de Richard Rortry
en la que éste advierte: “Desde 1973, la suposición de que todos los matrimonios
trabajadores estadounidenses serían capaces de permitirse una casa […] ha ido
pareciendo cada vez más absurda […]”. Pero no retrocedamos tanto en el tiempo.
De acuerdo a un estudio de la Universidad de Columbia, dado a conocer por el
diario El Mundo en octubre 15 del año pasado, “Ocho millones de personas han
caído en la pobreza en Estados Unidos por la pandemia”, habiendo aumentado el
número de pobres de 47 a 55 millones, siendo los afroamericanos y los hispanos
los más afectados. 4. El principio del bien común. “La ecología humana es
inseparable de la noción de bien común, un principio de cumple un rol central y
unificador en la ética social […]. El bien común presupone el respeto a la
persona humana en cuanto tal, con derechos básicos e inalienables ordenados a su
desarrollo integral. También reclama el bienestar social y el desarrollo de los
distintos grupos intermedios, aplicando el principio de la subsidiariedad. Entre
ellos destaca especialmente la familia, como la célula básica de la sociedad
[…]. Toda la sociedad ─y en ella, de manera especial el Estado─ tiene la
obligación de defender y promover el bien común. En las condiciones actuales de
la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las
personas descartables, privadas de derechos humanos básicos, el principio del
bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia,
en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres”.
Bruno Zamagni, economista, profesor de la Universidad de Bolonia y presidente
del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, quien en marzo 11 del 2021 estuvo
presente en el Encuentro del Mundo del Trabajo, evento a distancia organizado
por la Confederación USEM México, ha escrito en el artículo “El bien común en la
sociedad posmoderna” publicado en la revista Cultura Económica, que suele
confundirse el concepto de bien común y el concepto de bien total. “Siendo
común, el bien común no atañe a la persona tomada singularmente, sino en
relación con otras personas” (pp. 23-43), al tiempo que lo ha confirmado en el
capítulo “Civilización y ecología integral” del libro Ecointegración de América
Latina, cuando apunta que el Papa Francisco, con la exhortación Evangelii
gaudium y la encíclica Laudato si’, “trató de sacudir las conciencias ante la
escandalosa situación generada por una humanidad que, contando con un enorme
potencial disponible, todavía no ha logrado vencer algunos males estructurales
que humillan la dignidad de la persona” (pp. 340-358). 5. Justicia entre las
generaciones. “La noción de bien común incorpora también a las generaciones
futuras […]. Ya no puede hablarse de desarrollo sostenible sin una solidaridad
intergeneracional […]. No estamos hablando de una actitud opcional, sino de una
cuestión básica de justicia, ya que la tierra que recibimos pertenece también a
los que vendrán […]. Una ecología integral posee esa mirada amplia […]. Cuando
nos interrogamos por el mundo que queremos dejar, entendemos sobre todo su
orientación general, su sentido, sus valores […]. Las predicciones catastróficas
ya no puede ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones
podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad […]”. De acuerdo a
Mario Vargas Llosa (Ecoembes), “debemos hacer que el reciclaje se convierta en
una manera de vivir. Debemos ser conscientes de que cada una de las acciones que
realizamos a diario tiene repercusión en el medio ambiente […]”. Y aquí, citando
nuevamente a Stefano Zamagni, habremos de admirarnos ante el dato duro que éste
presenta en el citado capítulo a Ecointegración en América Latina (p. 344): “70
millones de habitantes del planeta emiten 100 toneladas de gases de efecto
invernadero per cápita al año, la misma cantidad que los más de 3 mil millones
de personas más pobres, que son los más afectados”. En síntesis, que la ecología
es un tema multidisciplinario y es tarea que compete a la ONU y a cada uno de
los países que la conforman; al Estado, pero también a la sociedad civil; a las
iglesias y a las universidades; a los sindicatos y a los partidos políticos; a
los colegios profesionales, asociaciones y clubes; y a cada uno de los
habitantes de este planeta. Resulta laudable e igualmente viable la idea de que
así como existe una Organización Mundial del Comercio (OMC), pudiera haber una
Organización Mundial del Medioambiente. La pregunta es: ¿ahora sí actuaremos? ------------------------------------
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Referencias: Bauman, Zygmunt (2010). Miedo líquido. La sociedad contemporánea y
sus temores, Paidós, Barcelona.
Ecoembes.com/es/planeta-recicla/blog/que-legado-dejarias-a-las-generaciones-venideras
Ecologistas en Acción. “Donella Meadows y la metáfora del espejo”. Revista EEA,
No. 105, Enero de 2020. El Mundo. Noticia sobre la pobreza en Estados Unidos,
X-15-20. dw.com/es/ ocho- millones-de-personas Molina, Mario (2020).
centromariomolina.org y http://ciencia.unam.mx Papa Francisco (2015). Laudato
si’ (Alabado seas). Sobre el cuidado de la casa común, Buena Prensa, Ciudad de
México. Zamagni, Bruno (2007). “El bien común en la sociedad posmoderna”,
Cultura Económica, Año XV, No. 70, Diciembre 2007: 23-43. --------------------
(2017). Capítulo “Civilización y ecología integral”, en Ecointegración en
América Latina, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington. JOSÉ ROBERTO
MENDIRICHAGA es profesor emérito de la Universidad de Monterrey. Miembro del
Capítulo Monterrey de la RPC. Contacto: jmendirichaga@gmail.com
Etiquetas:
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Papa Francisco
jueves, junio 15, 2023
¿LAS UNIONES HOMOSEXUALES, MATRIMONIO?
Foto: https://www.hcnl.gob.mx/sala_de_prensa/2018/09/integran_bancadas_legislativas.php
“Al pan, pan, y al vino, vino”, reza el famoso refrán. Se dice siempre que se quiere resaltar o hacer ver que a las personas, cosas o acontecimientos hay que llamarlos por su nombre, no sólo para evitar confusiones de lenguaje, sino por la sencilla razón de que las realidades que nos rodean y de las cuales formamos parte tienen un nombre propio que los define e identifica. Esto para comentar que resulta sorprendente la aprobación, ayer 14 de junio, por parte del Congreso del Estado de Nuevo Leon, de la ley sobre “matrimonios igualitarios”.
La presente reflexión no pretende desconocer u objetar la igualdad de la que goza toda persona ante la ley, independientemente de su ideología, situación, tendencia, etc. Sólo es una modesta aportación principalmente para el correcto uso de los vocablos, lo cual no parece haberse tenido en cuenta por los señores congresistas de nuestro Estado y de otros más, que creo, han sucumbido ante la avalancha ideológica que priva en muchos ambientes.
En la Antigüedad clásica latina (que estudié con mucho fervor en mi adolescencia), los romanos designaron al “matrimonio” como la institución jurídica dentro de la cual la mujer podía convertirse en madre (mater, matris), es decir, que de la unión conyugal del hombre y la mujer reconocida y avalada por la ley, resultaría un nuevo ser humano. En cuanto al sufijo “-monium”, para unos expertos, vendría de una lengua arcaica itálica llamada el etrusco, y tenía que ver con determinados actos rituales o legales. Para otros en cambio, la terminación -monium vendría de “munus, muneris”, oficio. Por lo que la palabra “matrimonio” designaría el "oficio de ser madre", así como la palabra testimonio designa el "oficio de testigo”, o bien, podría ser simplemente la terminación que tienen muchos sustantivos abstractos que se conservan en nuestro lenguaje actual de raíz latina. En cualquiera de estos casos, el término tiene que ver fundamentalmente con la maternidad, o sea, el engendrar hijos dentro de una determinada legalidad.
¿Qué objetivo o finalidad pudo haber tenido la decisión de los legisladores? ¿la igualdad de todas las personas o parejas? Asumimos que ya la tienen a partir del momento en que la misma Constitución del país y del estado se la otorga. ¿Dar un reconocimiento a las parejas homosexuales de facto? El Congreso puede hacerlo sin necesidad de recurrir a la institución que está destinada a la unión de hombre y mujer. Análogamente y con el debido respeto, las parejas que viven en la situación llamada “concubinato” gozan ya de las necesarias prerrogativas y derechos sin necesidad de establecer su unión de forma legal.
¿Se trataba de la conquista de un “derecho”? las uniones homosexuales, lo sabemos por la historia, han existido desde tiempos inmemoriales. Nuestro siglo no brilla por su progreso o avance en ese rubro. Tal vez hoy por hoy se dan a la luz del día, lo cual no es obra de ninguna legislación especial. Por otro lado, priorizar el concepto y la realidad del matrimonio hombre-mujer por encima de cualquier otra unión no es sinónimo de “conservadurismo” o cerrazón mental, por lo que podríamos añadir, que no sólo es cuestión de vocabulario, sino porque va de por medio la salvaguarda de la vida, de la posibilidad de que surjan nuevas generaciones fruto de las uniones heterosexuales. Es apostar por la única institución secular, social y jurídica que da paso a nuevos hombres y mujeres que coadyuvarán continuar la especie, y además a… pagar nuestras pensiones de retiro.
Tal vez venga a colación el concepto de “Élan vital” del filósofo francés Henri Bergson en 1907 en su libro La evolución creadora. Es una fuerza interna a todo ser que origina la evolución y desarrollo de los organismos, la cual Bergson relacionó estrechamente con la conciencia. Por su parte, el historiador británico Arnold Toynbee (Estudio de la Historia) considera que esa fuerza es indispensable y decisiva para el proceso de crecimiento de las civilizaciones. Añado el colofón: la realidad no cambia a golpe de decretos.
“La ideología tiene que ver directamente con el encubrimiento de la verdad de los hechos, con el uso del lenguaje para ofuscar u opacar la realidad al mismo tiempo que nos vuelve miopes.” Paulo Freire (1921 – 1997). Pedagogo y filósofo brasileño de orientación marxista.
Mtro. José Luis Ramírez Vargas
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Nuevo León,
Uniones gay
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