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ESTADOS UNIDOS: EL DERECHO A MATAR INOCENTES ES CUESTIONADO CINCUENTA AÑOS DESPUÉS
José Luis
Ramirez Vargas
Causó una
gran sorpresa la noticia de hace unos días: en Estados Unidos, el Alto Tribunal anulaba la doctrina que consagraba la libre
interrupción del embarazo desde el fallo del caso 'Roe vs. Wade' en 1973. Independientemente
de que dicha ley perdure y prevalezca – esperemos que así sea - por encima del
pensamiento único que pregonaba sólo “derechos”, no cabe duda de que este fallo
jurídico es muy significativo. Una buena parte de la humanidad, después de
cincuenta años, no se ha acostumbrado a
matar impunemente a sus hijos. La mentalidad narcisista que ha cundido en las
familias, escuelas y en la sociedad en general, la repetición hasta la saciedad
en los medios masivos de comunicación de los llamados “derechos reproductivos”
de la mujer, durante décadas, no han podido cambiar las conciencias de muchos
seres humanos y grupos. Estos, durante esas décadas no se han cansado de gritar
y defender la dignidad del ser humano en proceso de gestación y de la madre
portadora de ese ser. Más de diez estados de La Unión Americana hoy en día han restablecido
sus leyes de no al aborto.
Estados
Unidos es en este momento un ejemplo para todos aquellos países que aspiran a
una legislación “progresista” en este crucial tema. Ese país de primer mundo con
toda su tecnología, economía y legislación avanzadas está ahora de vuelta. No hay
duda de que en este tema no tiene sentido hablar de posturas “progresistas” o
“conservadoras”. La dignidad del ser humano con su derecho inherente a la vida no
se discute, no es tema de debate. Sólo se defiende, se crean políticas para su
protección.
“Es criminal”,
opinaba un conocido comunicador de un noticiero televisivo, “que a la mujer se
le condene a prisión por haber abortado”. Tal vez, pero habría que preguntarle
a esa persona: ¿Qué es más criminal, que esa mujer pase algunos años en la
cárcel o que se elimine una vida humana?
Es verdad
que la situación psicológica o jurídica de la mujer que, en muchos casos, se ve
aorillada a tomar la decisión de eliminar a su hijo, sí es un tema preocupante
y que amerita un fructuoso debate en la sociedad. Hay que encontrar vías de
solución que no sean la de “satanizar” a las mujeres, sino la de ofrecerles el
seguimiento adecuado para su recuperación, o en el mejor de los casos, espacios
y políticas de acogida para evitar que las embarazadas, opten por la vía
“fácil” de eliminar a su hijo. Pero no podemos olvidar ni tergiversar la
verdad: el aborto siempre ha sido y seguirá siendo un crimen.
Hay dos
vidas que hay que salvar y proteger, la de la madre y la del hijo, ni los gobiernos
ni las leyes ni ningún “colectivo” pueden hacer prevalecer un derecho a la vida
sobre el otro. Esto está en la naturaleza humana, antes que en cualquier
creencia o religión. Si queremos que haya nuevas generaciones que sigan
construyendo este mundo, debemos buscar y defender las leyes que protejan la
vida, desde que ésa inicie.
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