¿MÉXICO,
PAÍS ABORTISTA?
José Luis Ramírez Vargas
Recientemente, la Suprema
Corte de Justicia de la Nación aprobó el proyecto 267/2023 de la
ministra Ana Margarita Ríos Farjat, invalidando los artículos del Código
Penal Federal contrarios al aborto voluntario en el Código Penal Federal. Si
bien esa decisión jurídica no constituye en sí una nueva legislación, abre la
puerta y es una presión para que, acto seguido, el Congreso de la Unión y los
congresos estatales modifiquen en ese rubro la legislación vigente.
Es lamentable contemplar que un
grupo de magistrados “progres” o “expertos”, alineados con los dictámenes de
las Naciones Unidas hayan tomado una decisión de esa magnitud sin tomar en
cuenta a la ciudadanía ni las consecuencias que tendrá la medida una vez que la
legislación la apruebe. Sin embargo, resulta más penoso y doloroso todavía el ver
a grupos de mujeres “festejar” la decisión de la Corte, como si se tratara de
un “triunfo” o un “logro”. Muchas de ellas sin duda ni siquiera habrán tenido
la maravillosa experiencia de ser madres, o bien ignoran en qué consiste un
aborto, o no quieren saberlo. La ideología ha cautivado y cerrado sus
conciencias a tal punto de borrar en ellas todo sentimiento genuinamente femenino
de compasión y ternura por un ser humano vivo que, en el vientre de una mujer,
está por nacer. Se han dejado subyugar por la mentalidad imperante que incluso
habla con eufemismo de “interrupción” voluntaria del embarazo, como si éste pudiera
luego “reactivarse”.
Ante esa coyuntura, la ciudadanía tiene aún hoy en día la opción de presionar a sus representantes en el poder legislativo para evitar el genocidio a nivel nacional que se seguiría con la puesta en práctica de dicha medida, y más cuando se pretende que el aborto sea posible realizarlo durante todo el tiempo del embarazo no sólo a las doce semanas, como si esto último disculpara a los legisladores de verse involucrados en el consentimiento de ese crimen.
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