Foto: Rectoría Santa Eduviges. Mexicali, B.C.
Espacio para compartir...
PASSIO
ECCLESIAE
VIACRUCIS DE LA IGLESIA DE NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO
Por DS
Querido hermano, bien
sabemos, por nuestra fe católica, que el camino y el destino de la Iglesia está
profundamente vinculado al camino y al destino de Cristo. Ella es su cuerpo
místico y se encuentra profundamente unida a Él, también en su pasión dolorosa.
Por eso te invitamos a
adentrarte en este ejercicio piadoso, que recomendamos realizar los miércoles
-dedicados por la Iglesia a San José y a la propia Iglesia- por todos los que
la integramos, pues la pasión de la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo es
también pasión de sus hijos fieles.
Recorreremos con afecto
filial estas estaciones, que nos hacen recordar que “el servidor no es más que
su patrón. Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a ustedes” (Jn.
15,20) y que “si así tratan al árbol verde, ¿qué harán con el seco?” (Lc. 23,
31).
Acompañemos con devoción y
oración profunda estas meditaciones, que buscan acompañar a la Iglesia en su
camino doloroso, que debe recorrer para resucitar gloriosa como su Esposo
Divino.
1ª
estación: La Iglesia en su Huerto de los Olivos
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La noche es oscura. El mundo
está envuelto en lo espeso de la confusión de las tinieblas. Y la Iglesia ora
intensamente, sabiendo lo que viene para ella.
Los discípulos, tristes y
adormilados, acompañan el momento a tiro de piedra. La Iglesia se encomienda a
su Esposo Divino y se pone en sus manos, pidiendo que se haga la Voluntad de
Él, no la propia.
No es fácil para la Iglesia
desprenderse de ella misma, de sus seguridades. No es fácil y sufre, pues tiene
miedo por lo que vendrá. Pero es confortada por el Ángel del Señor.
Que nosotros sepamos
acompañar a la Iglesia en su Huerto de los Olivos, sin dormirnos ni
entristecernos.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
2ª
estación: La Iglesia es entregada por traición
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
El traidor ha guiado a
quienes aprehenderán y querrán acabar con la Iglesia en medio de la confusión y
oscuridad de la noche.
Sabe adónde llegar y cómo llegar.
Sabe a quién señalar para su arresto y cargarle de cadenas.
El traidor ha convivido
años, ha sido parte de la Iglesia mucho tiempo. Ha sido su servidor, pero se ha
dejado seducir por el demonio a través de las monedas miserables del
reconocimiento mundano y el aplauso. Le seduce la popularidad y el coqueteo con
los poderes del mundo. Le han seducido la impureza y la carne, la codicia y la
envidia.
Roguemos primero para no
ser nosotros los traidores “¿Soy acaso yo Maestro?” y luego recemos por quienes
traicionan a la Iglesia, para que Dios tenga misericordia de ellos.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
3ª
estación: La Iglesia es juzgada y condenada a muerte
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia, encadenada y
sometida, es conducida a los poderes farisaicos y mundanos para ser juzgada.
Son juicios ilegales, sin
pruebas, con testigos falsos. Lo único que les interesa es condenarla a la muerte
y una muerte de Cruz.
Coinciden quienes no se
pueden ni ver: Los nuevos fariseos con los poderes más alejados de la fe,
indiferentes a altercados que no les interesan Solo les interesa una cosa: No
tener molestos cuestionadores de leyes injustas e inmorales.
La Iglesia es interrogada:
“Mira de todo lo que te acusan. Tu afirmas ser portadora de la Verdad,
prolongación de Cristo en la historia.
¿Es esto cierto?”. Y la respuesta: “Tú lo has dicho. Y la verás renacer
por la virtud y potencia del Espíritu Santo.”
Los poderes farisaicos y
del mundo se rasgan las vestiduras y declaran a la Iglesia rea de muerte. Los
poderes del Estado se muestran indecisos y mandan a dar un escarmiento a la
Iglesia.
Oremos y sepamos acompañar
a la Iglesia, defendiendo nosotros la verdad en toda circunstancia y en
cualquier ambiente y momento.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
4ª
estación: La Iglesia es azotada y coronada de espinas
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia sufre como
escarmiento el escarnio y el azote. Es coronada de espinas y es burlada por sus
verdugos. Ella sufre y sangra en silencio. Un silencio de amor redentor,
uniéndose a su Esposo Santo, participando de la obra de la redención.
El mal físico aumenta en
intensidad, pero no lo es menor el moral. Ella, que lo dio todo por centurias,
por la Humanidad, recibiendo tales castigos.
Sepamos sufrir con la
Iglesia sus momentos aciagos, en sencilla y humilde oración, con paciencia,
ofreciendo un dolor purificador que se vuelve salvación.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
5ª
estación: La Iglesia es condenada por la multitud
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia, aún sangrante
por el castigo, es conducida ante la multitud, la que pide crucificarla.
El poder humano no
encuentra razón para ello, pero la multitud pide su muerte. Los agentes del mal
se han infiltrado en la multitud para sembrar la mentira y el desprecio por la
Iglesia.
El tumulto crece y la
demanda de muerte también. “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros
hijos” braman, sin saber lo que dicen.
El poder humano se lava las
manos, pero al final se hace cómplice del crimen.
Sepamos reclamar lo
correcto, aun cuando la mayoría grite contra la Iglesia, pidiendo su muerte.
Hagamos nuestra parte para que la sentencia injusta no se concrete.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
6ª
estación: La Iglesia es cargada con la cruz
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia es cargada con
una pesada cruz, con la que deberá de recorrer el camino a su Gólgota.
Es un camino duro, largo,
en subida a cuestas. Será duro el camino, pero aquí estamos tus hijos para
acompañarte en estos momentos terribles, amada Madre, por la que se ha abierto
para nosotros el camino a la felicidad y la eternidad plenas.
Danos Señor fuerzas para
recorrer este camino sin dejarnos arredrar por los enemigos que nos gritan e
insultan.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
7ª
estación: La Iglesia cae bajo el peso de la cruz
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
Duro es el recorrido. Sin
alimento y bebida, la Iglesia debilitada camina hasta que cae bajo el peso
terrible del madero.
Estallan los insultos y
azotes, los gritos y blasfemias, pero la Iglesia calla y retoma fuerzas, recoge
su madero y sigue adelante con muchas dificultades.
Señor: Que no decaigamos
ante el peso de la Cruz. Que no dejemos de orar para no desfallecer ante su
peso. Que sepamos llevar, como tu Iglesia, la Cruz con amor y paciencia,
sabiendo que es camino de nuestra salvación
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
8ª
estación: La Iglesia es ayudada por su Cirineo
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia cae bajo el peso
de su cruz, ferozmente golpeada, azotada e insultada por sus enemigos. En medio
de tanta maldad y odio, se permite que haya un Cirineo que ayude a la Iglesia a
levantar su Cruz y salir adelante.
Ese Cirineo puedes ser tu o
yo en la medida en que nos decidamos a ayudar a la Iglesia a llevar esa cruz
pesada que la agobia. No es fácil afrontar el reto, pero debemos de tomar
coraje y valentía para hacerlo.
Ayúdanos Señor a sacar las
fuerzas para asistir a tu Iglesia en esos tramos últimos de doloroso recorrido
hasta llegar al Gólgota.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
9ª
estación: La Iglesia consuela a quienes lloran por ella
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
Esta Madre y Maestra en
humanidad no pierde ocasión para, en su gran dolor, hacer el bien,
compadeciéndose de quienes lloran por ella.
No les irá mejor a ellos
que a ella. No es mayor el siervo que su señor. Si así le va a ella, ¿cómo le
irá a quienes lloran por ella?
Que esta compasión nos
lleve Señor a meditar más en el porvenir de nuestras vidas cristianas, unidas necesariamente
al camino de la Cruz.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia
de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
10ª
estación: La Iglesia es despojada de sus vestiduras
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
Como forma de avergonzarla
y humillarla, la Iglesia es despojada de sus vestiduras, o sea, de hasta lo más
mínimo para servir a Dios y a los hombres.
Se quedará sin nada, pobre,
dolorida y sufriendo los estertores del frío. Así será la culminación antes de
su fijación en la cruz.
Que sepamos Señor aceptar
esto y orar por esta Iglesia desprendida de todo a la fuerza, sin medios y sin
posibilidades de llegar a nadie, solamente contando contigo, que al fin y al
cabo es lo que le basta en estos momentos aciagos.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
11ª
estación: La Iglesia es crucificada
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
El momento de la fijación
de la Iglesia en su cruz será terriblemente doloroso, al igual que cuando
clavaron a su Divino Fundador en la Cruz.
Será muy difícil oírla
gemir y sufrir en sus hijos, pero de ella saldrá la nueva primavera de la
Iglesia, la necesaria nueva Iglesia de Jesús.
Pidamos al Señor la
capacidad de resistir y ofrecer este dolor inmenso a Dios, uniéndonos a la obra
redentora por el bien de muchos.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
12ª
estación: La Iglesia muere en la Cruz
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
(De rodillas hacemos un
momento de silencio)
Luego de buen tiempo de
agonía, la Iglesia da sus últimas palabras de perdón a sus verdugos y se
encomienda a Dios. Se siente sola, absuelve al buen ladrón, entrega su Madre
María a los seguidores y ofrenda su espíritu a la Trinidad Sacrosanta.
El espectáculo es
espeluznante, pero pronto soplan los vientos de Cristo, su Esposo, entregando a
ella el don de su Espíritu. Hay prodigios que hacen entender a los verdugos que
quien ha muerto es Santa y por tanto se alejan confundidos cuando menos.
Pidamos al Señor que este
momento sea de máxima intensidad en nuestra vida interior y que el dolor del
luto sea tranquilo y esperanzador.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
13ª
estación: La Iglesia es bajada de la cruz
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia es bajada de su
cruz. Allí hay un hombre bueno que pide recoger sus restos antes que caiga la
noche en la Humanidad.
Los restos de la Iglesia
son envueltos cuidadosamente ante el dolor de aquellos que siguen entre
imperturbables e incrédulos a la vez de todo lo que ha pasado. ¿Cómo ha pasado
esto? ¿Cómo ha venido a caer la Iglesia cuando hacía no mucho era vigorosa,
lozana, seguida y admirada por multitudes? ¿Qué ha ocurrido?
Quiera Dios que tengamos
esa capacidad de entregarnos a la Voluntad de Dios en momentos tan aciagos,
para Gloria suya y mayor bien de las almas en un futuro no lejano.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y misericordia
de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
14ª
estación: La Iglesia es depositada en el
sepulcro
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
La Iglesia es depositada en
un sepulcro nuevo, excavado en piedra, en donde ella estará yaciente,
aguardando su resurrección.
Son momentos muy difíciles
para sus hijos. Son pocos los que acompañan en fidelidad hasta el final. Allí
está María, sufriendo por esta Hija, que ha pasado tanto dolor y escarnio en
tan poco tiempo.
Que no dejemos de acompañar
en el luto a María, Madre de la Iglesia, y seamos fieles, comenzando un tiempo
en el que solo habrá oración y silencio, en una esperanza cierta de que la
Iglesia resucitará para la Gloria.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
15ª
estación: La Iglesia resucita.
D. Te adoramos oh Cristo y
te bendecimos
R. Porque compartes la Cruz
con tu Iglesia para la salvación de muchos
Al tercer día, la piedra de
la tumba se remueve y una potente luz en la madrugada señala que algo ha
ocurrido con el sepulcro.
La Iglesia ya no está allí.
Ya resucitó gloriosa como su Divino Fundador: Vuelve más espiritual, más
carismática, sorprendiendo a propios y extraños.
La alegría incrédula de
muchos creyentes va dando paso a la certeza gozosa de que la Iglesia, renovada
totalmente, ya abandonó definitivamente su sepulcro, llamando a no tener temor,
a dejar en el pasado el derrotismo y la abulia espiritual para lanzarse
valientemente testimonio de Aquél que la levanta, la resucita y la envía como
anunciadora de una Buena Nueva para toda la humanidad.
D. Pequé. Señor, pequé
R. Ten piedad y
misericordia de mí
Padrenuestro, Avemaría y
Gloria
MEDITACIÓN FINAL
Hermano: Hemos
recorrido con nuestra Madre, la Iglesia, un camino de pasión, muerte y
resurrección. Ojalá estemos dispuestos a ser uno con ella, fomentando entre los
cercanos y lejanos en la fe el respeto. el cariño, el amor, por aquella que es
“Maestra de Humanidad”, en las palabras de San Pablo VI.
En unos momentos de
silencio revisamos cuál será nuestra contribución concreta en esta obra, pees
quien ama a Cristo no puede no amar a su continuación en la historia, el fruto
de su Sangre Preciosa, la Iglesia, una, santa, católica, apostólica.
(PAUSA)
Pidamos a San José,
Patrono de la Iglesia Universal, nos auxilie en concretar el propósito
alcanzado.
ORACIÓN FINAL
Te pedimos Señor,
nos alcances la gracia de no separarnos nunca de la Iglesia, aun cuando la barca
de Pedro parezca hundirse, o todo parezca perdido. Que nuestra fidelidad a ella
sea inquebrantable aún en las peores circunstancias y aunque ya casi todos la
hayan abandonado.
Que sepamos como
María, el discípulo amado y las otras mujeres, no apartarnos ni abandonarla aun
cuando ya haya muerto. Que sepamos llorarla y velar con una profunda fe en que
se cumplirán las palabras proféticas: “Las puertas del infierno no prevalecerán
contra ella” (Mt. 16, 18) y que un día podremos volverla a contemplar bella y
hermosa, ataviada y gloriosa para el mismo Jesús. Amen.
En nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
Las fuertes y grandes ofensivas contra la vida en el planeta todo no se han detenido ni con la pandemia. Más aún, parece acelerarse el proceso para aprobación de leyes que hacer desaparecer de un plumazo los derecho más básicos como el derecho a la vida y a nacer, el derecho de los padres a educar a sus hijos como lo estimen conveniente de acuerdo a sus convicciones y conciencia, y a los niños huérfanos a ser adoptados por una padre y una madre.
Ahora la ofensiva es contra los ancianos, bajo el viejo manto de una falsa piedad o misericordia, una lástima al estilo régimen nazi de los '30 del siglo pasado, cuando se compadecía de los enfermos mentales, a los que había que eliminar como subhumanos, que ellos pensaban eran.
Ya vimos pasadas semanas, en medio de lo peor de la pandemia, a los Congresos de España y Portugal, debatiendo no por un esquema de protección de los ancianos, por darles prioridad apropiada (no al estilo noruego) en la vacunación contra el COVID-19, garantizar su básico acceso a alimentos e hidratantes, sino a la eutanasia como un "derecho".
El sofisma parte del dolor insoportable que supuestamente lleva a la persona a pedir su muerte por compasión. En realidad bien se sabe que eso no ocurre tal cual: Los que sufren son los del entorno, que más que dedicarse a sufrir o a buscar acabar con un proceso natural, debieran de recurrir al poderoso apoyo de la medicina paliativa, que está a la mano.
No hay mejor solución que ayudar en el proceso al enfermo, y que el entorno familiar, con su amor y atención. lo acompañe en el proceso doloroso, junto con un equipo de especialistas que ayuden de manera integral en el proceso, atendiendo todas las dimensiones de la persona.
Así las cosas, y aunque la mayoría de la población estuviera a favor de la eutanasia, ésta no es más que un peldaño más hacia una anticultura de la muerte, que solo garantiza eso, muerte, y no un proceso posible (la persona puede salvar su vida o curarse incluso) hacia la misma, que sea en un entorno de acompañamiento, calidez, amor.
La Red de Profesionistas Católicos hace una cordial invitación a su membresía y comunidad en general a que se sumen a nuestra videoconferencia, a través de Zoom, a realizarse el próximo viernes 15 de enero de 2021 en horario: 18:30 hrs. Pacífico, 19:30 hrs. Sinaloa, 20:30 hrs. Monterrey, Guadalajara, CDMX, Coahuila y Tamaulipas.
CONTEMPLANDO EL PESEBRE EN LA NAVIDAD DURANTE LA PANDEMIA 2020
Dr. Daniel Sanabria
EVANGELIO SAN LUCAS 2, 1-20
(Versíon online Biblia de Jerusalén, en
"1. Por aquellos
días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un
censo en todo el imperio. 2.Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador
de Siria. 3.Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en
su ciudad natal. 4.José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de
Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era
descendiente de David; 5. allí se inscribió con María, su esposa, que estaba
embarazada. 6.Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto,
7.y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un
pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa. 8.En
la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban
para cuidar sus rebaños. 9.Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del
Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados. 10.Pero el ángel les
dijo: «No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que
será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. 11.Hoy, en la ciudad de
David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor.
12.Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en
pañales y acostado en un pesebre.» 13.De pronto una multitud de seres
celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras:
14.«Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres:
ésta es la hora de su gracia.» 15.Después de que los ángeles se volvieron al
cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y
veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer.» 16.Fueron
apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el
pesebre. 17.Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho del niño.
18.Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo que
decían. 19.María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los
volvía a meditar en su interior. 20.Después los pastores regresaron alabando y
glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como los ángeles
se lo habían anunciado."
El relato de Lucas es el que se centra más en el evento del Nacimiento del Salvador. Es el que nos ayudará a meditar sobre el Misterio de Navidad en esta sesión.
La Palabra de Dios nos alecciona sobre la venida del
Salvador. No es solo el contexto histórico que ofrece el autor sagrado o los
motivos a que el Emanuel naciera en Belén de Judá.
Viene del modo que nos enseña el modo en que Dios
quiere comenzar a revelarse en Jesús: De manera casi anónima, desapercibido
para el mundo. Sin reflectores, diríamos hoy. Sin redes sociales ni
autocomplacencias.
Jesús nace como millones hoy, cuando nacen, pues
millones no pueden ya ni nacer en un mundo que ha eliminado miles de millones
de niños por nacer sin piedad.
Viene en una posición diametralmente opuesta al
orgullo, a las vanidades y molicies de la vida, como dirá San Juan María
Vianney. Viene en pobreza, humildad, sufrimiento.
Recibir a Jesús implica sacrificios y dolores para
unos buenos padres. José, el varón justo, el padre putativo de Jesús, sufre
porque no consigue donde acomodar a su esposa y su hijo que ya viene. La Madre
sufre porque no tiene dónde tener al Niño Santo de manera digna.
Recibir a Jesús se convierte en una suerte de
Viacrucis, prefigura del Viacrucis final de la vida de Jesús.
María y José consiguen un pesebre donde pasar la noche
y donde María dará a luz al niño. Es de notar que el texto no habla propiamente
de dolores de parto. Recordemos que María es Virgen antes del parto, en el
parto y después del parto, de modo que el parto del Salvador se da, en esa
imagen bella que algunos han ofrecido en la historia, al modo que la luz pasa
un cristal sin quebrarlo.
El pesebre no es un lugar romántico o aséptico.
Quienes conocemos estos lugares, salvemos de los olores de las heces de los
animales, el peligro de enfermedades incluso. No es como queremos ver el
pesebre, o como lo muestra la imaginería. Es un ambiente duro, feo, maloliente,
pero en donde hay calor por la paja o heno, por la respiración de los animales.
Así nace Jesús en medio de la gélida noche invernal.
Contemplemos la escena, imaginémosla. Imaginemos que
estamos allí, en ese cobertizo, en esa cueva, mirando a una Madre embelesada
con su Niño en brazos. Un padre, como siempre lo fue José, silencioso y atento.
Es como que la armonía de la Creación se da allí.
Luego, el relato nos lleva a ver el primer anuncio,
que es de los Ángeles a los pastores, a los pobres, a los trashumantes, los sin
techo diríamos hoy.
Es el Primer Anuncio, con gozo y alegría. Los Pastores
siguen las instrucciones y encuentran que es cierto lo que le han manifestado
aquél corifeo de seres celestiales.
La Luz nace en medio de las tinieblas de una noche
oscura, una noche que ha durado muchos miles de años para la Humanidad. San
Agustín nos dice: “Despiértate: Dios se ha hecho hombre por ti. Despierta, tu
que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz. Por ti,
precisamente, Dios se ha hecho hombre.”
Hoy, las tinieblas son otras. En medio de esas
tinieblas recibimos el anuncio gozoso y renovado. La Navidad es nueva pero
siempre permanece como dato de la historia.
Siempre es nueva, como lo es hoy, en condiciones de
semi encierro o encierro. Casi cautivos en nuestros hogares por un virus, será
una Navidad en que la contemplación del Misterio será nueva.
No es la misma Navidad del 2019, ni será la misma que
la del 2021, si Dios permite lleguemos a ella.
¿Cuántos hubiesen imaginado hace un año lo que
vivimos?
Sin embargo, Cristo vuelve a nacer y con él la fe, que
no se apaga ni debe apagarse en el cristiano. San Bernardo nos lo explica así:
“Y así como, en
cierto modo, se inmola aún cada día siempre que anunciamos su muerte, de la
misma manera parece nacer cuando vivimos con fe su nacimiento”.
Esta Nochebuena, esta Navidad, deben ser de serena
esperanza y alegría. La Gloria del Señor vuelve a envolvernos en aquella
claridad que señala Evangelio.
Ahora nos toca dar el paso: Ir a él. No está lejos:
Será en el pesebre familiar y allí le contemplaremos. Ojalá nos tomemos un
tiempo para hacerlo, en el silencio, como María, que dice en algunas versiones,
de una manera hermosa, guardaba estas cosas en su corazón.
Esta alegría se recibe y se transmite. Los Pastores
cuentan lo que se les ha transmitido y lo que han visto.
“Todos los que
escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo que decían”. ¿Quiénes
quedaban maravillados? No lo precisa el texto, pero son los que están allí en
el establo, quizá a algunos con los que se hayan topado en el camino.
Los Pastores no se callaron. Transmitieron el anuncio de los Ángeles sin miedos, sin prejuicios ni exageraciones. Con alegría y simplicidad.
Así lo debemos de hacer nosotros con los que nos
rodean. “No podemos callar lo que hemos visto y oído” (Hech. 4,20) dirán
después los Apóstoles, cuando eran confrontados por su anuncio por las
autoridades religiosas judías, luego de Pentecostés.
Estos serán los protoevangelizadores. Estos pobres
pastores son los elegidos para llevar un mensaje que confundirá a los poderosos.
“Después los pastores regresaron
alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como
los ángeles se lo habían anunciado. “
Es algo que deberíamos de hacer
nosotros también. No deberíamos de quedarnos con este gozo y esta alegría. Hoy
hay muchas maneras de comunicarlo incluso en este encierro, con videollamadas,
llamadas, mensajes, postales electrónicas, posts en redes sociales, etc.
No deberíamos de temer que se nos retiren los
seguidores o que haya un silencio en la comunicación. Para muchos esta fecha no
significa nada, pero mucho sí, y para quizá para la mayoría, es solo un momento
familiar, de intercambio de regalos y de buenos deseos donde Jesús no figura ni
interesa.
Debemos de llenar la Navidad de ese renovado significado:
Aprovechar la luz, reavivar la esperanza, comunicar la buena noticia del
Evangelio.
Ese Divino Niño está abierto a todo tipo
posibilidades. Serán alegría para El regalo de todos: Buenos propósitos, deseos
de dejar aquella adicción, acabar con aquel vicio en mi vida, dejar el miedo y
la cobardía para anunciarlo con gozo.
Cuentan que San Pío de Pietrelcina exhortaba a un penitente
sobre la necesidad de orar. El hombre, un hombre humilde, le dijo que no sabía
hacer oración. San Pío le contó que había en un convento un religioso que no
entendía el oficio divino, o liturgia de las horas, que era y es la oración
oficial de la Iglesia. No sabía la secuencia de las partes del rezo, el latín y
demás, Entonces, entristecido, solía ponerse delante de una imagen de la Virgen
con el Nino en brazos en un corredor del Convento, cuando nadie lo veía. Allí
sacaba unas pelotitas de su hábito y comenzaba a jugar con ellas. Una vez lo
vio otro religioso, quien le comentó al Superior. En secreto lo estaban viendo,
cuando de repente la imagen cobró vida y el Niño Santo miraba a su Madre
aplaudiendo y sonriendo.
Terminaba San Pío explicando que lo importante es
hacer lo que agrade al Señor, aunque sea de bufón si es lo único que sabemos y
podemos hacer.
Del mismo modo en esta Navidad deberíamos de buscar agradar a este Niño Santo del modo que podamos. No deberíamos de desestimar medio alguno para hacerle esos presentes que luego le harán los Magos como Sacerdote, Profeta y Rey.
No está mal obsequiarnos. Es parte de la alegría y la
donación a la que nos invita la Navidad, con la alegría que ello conlleva, más
no puede quedarse en eso o solo entre nosotros. Navidad también es compartir:
Desde una palabra con el que va a estar solo hasta un plato de comida caliente
con el que no lo tiene.
Debemos de poner a Jesús en el centro de nuestro
festejo y nuestra celebración. Ya será un Rosario, una oración, una acostada del
Niño Jesús, la necesaria Eucaristía televisada o en línea. Ya será un momento
de silencio, de meditación, de lectura bíblica.
La bebida y comida, las necesarias. Nada exagerado.
Menos tomar como excusa para desbordes. Eso es todo lo contrario a la Navidad,
que es sacrificio, pobreza, sobriedad, serena paz y esperanza.
En medio del caos, el miedo y la oscuridad en que
vivimos por la pandemia, resuenan las palabras del Ángel: “No tengan miedo”. Hoy retumban esas palabras entre
nosotros, renovando la esperanza. Ya nada debe ser igual entre nosotros, pues
debe de renacer la esperanza del Salvador que llega para dar cumplimiento a la
promesa mesiánica y para dar alegría a todo el pueblo.
Aprovecho a desearles desde ya una
hermosa Navidad en familia, con sus seres queridos, en la contemplación del
Pesebre (como lo hacemos con la Cruz), en la contemplación particularmente de
este Niño Santo, este Dios con nosotros.
REFERENCIAS.
San Agustín. Sermón
185. (2014) https://adoratioiesuchristi.blogspot.com/2014/12/de-los-sermones-de-san-agustin-obispo_24.html
San Bernardo de Claraval (2017). VI Sobre el anuncio
de la Navidad. En: Sermones sobre el
Adviento y la Navidad. Ivory Falls Books. https://www.scribd.com/document/381415370/Sermones-Sobre-El-Adviento-y-La-Navidad-San-Bernardo-de-Claraval