sábado, diciembre 28, 2019

Lo que realmente dijo la APA en diciembre de 1973

Siempre en las discusiones sobre la homosexualidad se parte de un principio inamovible: No es una enfermedad, y de allí en más todo lo que se quiera ver de plantear. Quien cuestione de manera directa o indirecta esto, o es un ignorante, o un loco, un fascistas, un discriminador, homófobo. Póngale la etiqueta que quiera: Cualquiera puede ser correcta.
Pero este "dogma" se inscribe a partir del famoso cambio de postura de la American Psichological Association, la que, sin dar muchas explicaciones con datos duros, cambió de un buen día para otro su discurso al respecto de la homosexualidad y la retiro de la lista de enfermedades o desórdenes mentales.
De allí en más, como suele ser en estas cosas, se dio un efecto dominó a nivel mundial, cambiando esa visión en la que se debía de someter al individuo a una terapia para volverlo "heterosexual".
Ese tipo de "terapias" variaba en mucho sus prácticas y formas de hacerse, desde electroshocks hasta drogas.
Sin duda que esto constituyó una forma agresiva de querer incluso cambiar a la fuerza conductas a personas cuya actividad o conducta cotidianas no se veían mayormente afectadas por sus prácticas sexuales privadas. Sin duda una verdadera violación a la libertad de muchas personas.
Hasta allí lo manejado comúnmente.
Pero, siempre hay un pero, hay varias cosas que se suelen silenciar y que rescatamos de la nota periodística del New York Times del 16 de septiembre de 1973 (1), respecto a la rueda de prensa donde se comunica este cambio radical de postura por parte de la APA:

- Los Directivos de la APA, cuestionados, dijeron que no estaban diciendo que la homosexualidad era "normal' o 'anormal'. No se pronunciaron al respecto.

-Explicaron que si habían personas que acudían al psiquiatra porque se sentían perturbados por dicha orientación sexual, serían tratados como personas con "trastorno de orientación sexual", a la que definieron como "individuos cuyos intereses sexuales están dirigidos hacia personas de su propio sexo y que están perturbados, en conflicto o desean cambiar su orientación sexual".

Lo anterior es importante porque quiere decir que además de no zanjar la disputa, compleja por cierto, de qué es normal y qué no, dejaron abierta la posibilidad que las personas con tendencias homosexuales pudieran acudir al psiquiatra para buscar un cambio, si así lo deseaban.

Esto es muy importante porque esto se suele soslayar en los debates sobre el asunto: Quien quiera debe de tener el derecho de ir a un terapista o un psiquiatra competente para tratar este "disturbio", si así lo requiere.
Prohibir y condenar las terapias al respecto, es, pues, tan grave error como haberlas prescrito casi de manera compulsiva durante al menos un siglo a toda persona con tendencia homosexual.
Siempre debe primar es interés por la persona antes que la ideología o la presión de lobbies fanáticos e irracionales.

(1) https://www.nytimes.com/1973/12/16/archives/psychiatrists-in-a-shift-declare-homosexuality-no-mental-illness.html



martes, diciembre 24, 2019

Y en medio de la oscuridad del caos, el desorden y las tinieblas...

          ... su Madre dio a luz la Luz que ilumina al mundo aún hoy...


          ¡Feliz Navidad les desea el Blog de la Red de Profesionistas Católicos de Monterrey!

miércoles, diciembre 18, 2019

EL FANATISMO IDEOLÓGICO




Por el  Mtro. José Luis Ramírez Vargas
Red de Profesionistas Católicos


Son de la Humanidad bien conocidos los actos de intolerancia que, a través de los siglos, se han dado en contra de los libros cuyas ideas plasmadas en forma de palabras han sido consideradas un peligro para la mentalidad dominante o la ideología oficial. A título de muestra valdría la pena citar la célebre Biblioteca de Alejandría, cuyos valiosos documentos fueron vandalizados en varias ocasiones a partir del siglo IV d.C., muchos de ellos desparecieron para siempre. Siglos más tarde en la Florencia del siglo XV, el fanático Jerónimo Savonarola ordenó la quema de libros y manuscritos de la Antigüedad clásica, por considerarlos impuros.
 La censura o prohibición de libros susceptibles de difundir ideas contrarias a la fe fue una práctica en los países católicos, anglicanos o luteranos durante y después de la Reforma protestante del siglo XVI. Estos hechos, si bien seguirán siendo lamentables y estigmatizados por la Historia, son explicables en el contexto de la mentalidad medieval, la difusión de las nuevas creencias y la formación de los estados modernos. Ya menos comprensibles y menos aceptables, en razón del progreso de la Humanidad, son las acciones que en pleno siglo XX, tuvieron como finalidad la aniquilación de las obras impresas por razones ideológicas, religiosas o políticas, como sucedió en la Alemania nazi, en donde Joseph Goebbels ordenó la operación “Quema de Libros” en mayo de 1933, su objetivo: todos los libros que tuvieran que ver algo con el judaísmo, o  ya en nuestros días, la destrucción de los archivos y biblioteca de Bagdad llevada a cabo por los Talibanes en 2003.
Por estas razones resulta sorprendente que en los países democráticos, conocedores de los más elementales derechos, desde la Carta de las Naciones Unidas de 1945, hayan sido testigos de acontecimientos que han infringido impunemente los artículos de ese documento fundacional firmado por ellos, en lo que respecta al respeto de la libre expresión de las ideas. Un ejemplo lo acabamos de ver en la reciente Feria Internacional del Libro, en Guadalajara, en donde un grupo de alrededor de 200 mujeres, que se autodenominan “feministas”, debidamente custodiadas por los guardias de seguridad de la FIL, penetraron en dichas instalaciones el pasado 6 de diciembre, se dirigieron a un stand, anteriormente identificado por ellas, y con gritos e insultos al personal femenino que lo atendía, robaron los ejemplares de un título que estaba expuesto para la venta al público, destrozando y robando parte del otro material. Luego de exponer “las razones” por las que hacían eso, salieron, y en plena explanada de la feria del libro, procedieron a la quema de los ejemplares. Alrededor de la gran fogata a la que continuaban echando los despojos de los libros, entonaban cantos y abucheaban al “odio” de género, supuestamente afirmado por los autores del libro requisicionado.
¿Qué fue lo que produjo la rabia de este grupo ya conocido por la violencia y vandalismo en sus manifestaciones y la consecuente impunidad por parte de las autoridades? El “peligroso” libro secuestrado y quemado es un estudio realizado por los terapeutas, Juan Manuel Rodríguez y Misael Ramírez, intitulado: “Psicoterapia pastoral: matrimonio y homosexualidad” (Kerygma, 2019).
Hago dos reflexiones en torno a este lamentable hecho. Son bien conocidos por todos los artículos constitucionales y la Declaración de Derechos Humanos que hablan claramente a este respecto: La libertad de expresión es el derecho que tiene toda persona a pensar y compartir con otras personas sus ideas, reflexiones y opiniones, es decir, el derecho a razonar y dar a conocer lo que piensa... Este derecho incluye también la libertad de buscar, recibir y difundir ideas, opiniones e informaciones, por cualquier medio… tiene derecho a manifestar y difundir opiniones e ideas, así como a buscar, recibir y difundir información. Nadie tiene derecho a impedir su libertad de expresión discriminándola por su nivel de educación, color de piel, raza, género, clase social, la religión o la ideología política…   (artículos 6º y 7º constitucionales y artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos). La breve cita de estos artículos no requiere muchos comentarios por eso sólo me pregunto: ¿Conocen los grupos feministas estos párrafos de nuestra Carta Magna? Primer corolario: la ignorancia es la fuente de los fanatismos, parodiando la frase del célebre escritor francés Régis Debray. En este sentido, al impedir la libre circulación de ideas por un simple medio impreso, ¿Qué diferencia hay entre la acción de estas mujeres “feministas” y los fanáticos nazis de la década de 1930?
Segunda reflexión: ¿Las iconoclastas de la FIL de Guadalajara habrán leído el libro? ¿han hecho un análisis de sus propuestas? ¿tienen argumentos en contra de lo ahí afirmado, de tal forma que la conclusión a la que hayan llegado haya sido la hoguera? Me inclino a apostar a que no habrán visto más allá de la portada, o tal vez la palabra “homosexualidad” en un libro de editorial católica les haya hecho revivir la animadversión que tienen estos grupos para con la Iglesia católica, o los viejos prejuicios con los que cuentan para agredir al que no los tiene u opina de manera diversa. Pero supongamos que más de alguna lo haya leído atentamente, lo haya analizado y haya transmitido puntualmente sus contenidos a sus compañeras de protesta. Ante esta remota posibilidad, me pregunto ¿qué es lo que tanto les molesta o les inclina a considerar como odiosa cualquier oferta de terapia para las personas de orientación homosexual que voluntariamente deseen acudir a ella? Hoy en día,  si una persona desea “cambiar” de sexo o convertirse por su propia voluntad en “transgénero”, o en  otra de esas opciones (tal vez no científicamente comprobadas, pero ya autentificadas por la ideología dominante), nadie se lo puede impedir, es su derecho, sólo que si una persona con tendencia homosexual desea libremente, recibir una terapia que le hará tal vez recuperar una identidad, es de inmediato estigmatizada y la oferta de quien la propone o lleva a cabo, es considerada como una “imposición”, una “intolerancia”, o como un acto de “odio” en contra de la homosexualidad. Completamente ilógico.
Segundo corolario. Se avizora una recesión en lo que respecta a los principios básicos de toda democracia: El debate libre de argumentos en pro y en contra de una postura, el diálogo, el intercambio de ideas, la pluralidad de opiniones que tan profusamente ha divulgado nuestra civilización occidental parece estar quedando en letra muerta, en aras del “pensamiento único”. Éste se traduce en una nueva ideología, la de género, la cual está tomando el lugar de la obsoleta ideología de izquierda, con nuevos dogmas, igual o más intolerantes que los anteriores. Las primeras víctimas de esta dictadura del nuevo “proletariado” son los libros. Es el caso del libro quemado en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara.
Conclusión y sugerencia. Estos grupos y otros similares tienen todo el derecho de disentir de las opiniones diversas a la suyas y de expresarlo libremente, sólo que cuando no se está de acuerdo con lo afirmado en una obra, la racionalidad más básica nos invita a hacer una revisión, redactar una reseña crítica, o… escribir otro libro. Aniquilar al adversario, sólo porque su cosmovisión no es igual a la mía, es una expresión típica del autoritarismo, el fanatismo y la irracionalidad. Por último, el libro en cuestión no trata de feminismo, sino de homosexualidad…

P.S. “¡Marx! ¡Lenin! ¡Vuelvan! se han vuelto locos”. (graffito  en Praga durante la invasión soviética de 1968)
“¡Voltaire! ¡John Locke! ¡Emanuel Kant! ¡Vuelvan! se han vuelto locas” (Guadalajara, México. Año 2019)



viernes, diciembre 06, 2019

De "El violador eres tú" a "Mi ayuda eres tú": Cambio de chip

Es muy sonado, estas ultimas semanas en particular, este himno feminista, cuyo título ponemos entre comillas "El violador eres tú". Se ha vuelto en pocas semanas, saliendo de Chile al mundo, un icono en la lucha de las mujeres contra la denominada violencia machista, solapada por el Estado y algunos de sus actores, como los jueces y policías.
Sin embargo, su contenido y lo que transmite no ayudan mucho a solucionar el problema, que al final del camino es lo que importa. Y no ayuda por su señalamiento que no genera empatía, en particular en esa enorme masa de población masculina que no comparte, rechaza e incluso estaría dispuesta a comprometerse a ayudar de manera efectiva en la solución del asunto de fondo, en el mismo terreno de los hechos (en la calle, en la casa, en el club, en el transporte público, en el antro, etc.).
La violencia es violencia, sea contra hombres o mujeres, niños, jóvenes o ancianos. La violencia es contra las personas. Dividir, táctica favorita de la ideología de género, no ha aportado la verdad mucho (es muchos caso incluso ha exacerbado el rechazo al propio movimiento feminista que en principio pretende ser pacifista) para reducir y acabar racionalmente con la violencia contra las mujeres y con la violencia contra las personas en general.
De modo que creo que la estrategia es inefectiva y equivocada para solucionar el problema que se intenta solucionar, aunque sirve para fomentar el odio y la guerra, innecesaria por cierto, entre sexos.
Vernos como complementarios hombres y mujeres, y que todos nos podemos ayudar entre todos contra la violencia es clave para tener una visión que permita agregar y sumar, no dividir y restar.
Es preciso ver a los jueces y los policías como parte del esfuerzo y no como parte del problema, aún reconociendo que muchos de estos individuos son cómplices de la violencia contra las mujeres... y contra los hombres también (baste recordar cuando un hombre va a una estación de policía porque la mujer le agredió y cómo suele irle, en estos casos).
De modo que lo que conviene es no ver al hombre por ser hombre como enemigo potencial, sino al revés, como un potencial apoyo y ayuda para neutralizar a aquellos que son violentos, siempre los menos, aunque anden uniformados y/o tengan autoridad.

Dr. Daniel Sanabria

Imagen: Youtube.com
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