miércoles, diciembre 23, 2020

Meditación sobre la Navidad






 CONTEMPLANDO EL PESEBRE EN LA NAVIDAD DURANTE LA PANDEMIA 2020

Dr. Daniel Sanabria

 

EVANGELIO SAN LUCAS 2, 1-20

(Versíon online Biblia de Jerusalén, en https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/lucas/2/ )

 

"1. Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio. 2.Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria. 3.Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal. 4.José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David; 5. allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada. 6.Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto, 7.y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa. 8.En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. 9.Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados. 10.Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. 11.Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. 12.Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» 13.De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras: 14.«Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia.» 15.Después de que los ángeles se volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer.» 16.Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre. 17.Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho del niño. 18.Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo que decían. 19.María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior. 20.Después los pastores regresaron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como los ángeles se lo habían anunciado."



 El relato de Lucas es el que se centra más en el evento del Nacimiento del Salvador. Es el que nos ayudará a meditar sobre el Misterio de Navidad en esta sesión.

La Palabra de Dios nos alecciona sobre la venida del Salvador. No es solo el contexto histórico que ofrece el autor sagrado o los motivos a que el Emanuel naciera en Belén de Judá.

Viene del modo que nos enseña el modo en que Dios quiere comenzar a revelarse en Jesús: De manera casi anónima, desapercibido para el mundo. Sin reflectores, diríamos hoy. Sin redes sociales ni autocomplacencias.

Jesús nace como millones hoy, cuando nacen, pues millones no pueden ya ni nacer en un mundo que ha eliminado miles de millones de niños por nacer sin piedad.

Viene en una posición diametralmente opuesta al orgullo, a las vanidades y molicies de la vida, como dirá San Juan María Vianney. Viene en pobreza, humildad, sufrimiento.

Recibir a Jesús implica sacrificios y dolores para unos buenos padres. José, el varón justo, el padre putativo de Jesús, sufre porque no consigue donde acomodar a su esposa y su hijo que ya viene. La Madre sufre porque no tiene dónde tener al Niño Santo de manera digna.

Recibir a Jesús se convierte en una suerte de Viacrucis, prefigura del Viacrucis final de la vida de Jesús.

María y José consiguen un pesebre donde pasar la noche y donde María dará a luz al niño. Es de notar que el texto no habla propiamente de dolores de parto. Recordemos que María es Virgen antes del parto, en el parto y después del parto, de modo que el parto del Salvador se da, en esa imagen bella que algunos han ofrecido en la historia, al modo que la luz pasa un cristal sin quebrarlo.

El pesebre no es un lugar romántico o aséptico. Quienes conocemos estos lugares, salvemos de los olores de las heces de los animales, el peligro de enfermedades incluso. No es como queremos ver el pesebre, o como lo muestra la imaginería. Es un ambiente duro, feo, maloliente, pero en donde hay calor por la paja o heno, por la respiración de los animales.

Así nace Jesús en medio de la gélida noche invernal.

Contemplemos la escena, imaginémosla. Imaginemos que estamos allí, en ese cobertizo, en esa cueva, mirando a una Madre embelesada con su Niño en brazos. Un padre, como siempre lo fue José, silencioso y atento.

Es como que la armonía de la Creación se da allí.

Luego, el relato nos lleva a ver el primer anuncio, que es de los Ángeles a los pastores, a los pobres, a los trashumantes, los sin techo diríamos hoy.

Es el Primer Anuncio, con gozo y alegría. Los Pastores siguen las instrucciones y encuentran que es cierto lo que le han manifestado aquél corifeo de seres celestiales.

La Luz nace en medio de las tinieblas de una noche oscura, una noche que ha durado muchos miles de años para la Humanidad. San Agustín nos dice: “Despiértate: Dios se ha hecho hombre por ti. Despierta, tu que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz. Por ti, precisamente, Dios se ha hecho hombre.”

Hoy, las tinieblas son otras. En medio de esas tinieblas recibimos el anuncio gozoso y renovado. La Navidad es nueva pero siempre permanece como dato de la historia.

Siempre es nueva, como lo es hoy, en condiciones de semi encierro o encierro. Casi cautivos en nuestros hogares por un virus, será una Navidad en que la contemplación del Misterio será nueva.

No es la misma Navidad del 2019, ni será la misma que la del 2021, si Dios permite lleguemos a ella.

¿Cuántos hubiesen imaginado hace un año lo que vivimos?

Sin embargo, Cristo vuelve a nacer y con él la fe, que no se apaga ni debe apagarse en el cristiano. San Bernardo nos lo explica así: “Y así como, en cierto modo, se inmola aún cada día siempre que anunciamos su muerte, de la misma manera parece nacer cuando vivimos con fe su nacimiento”.

Esta Nochebuena, esta Navidad, deben ser de serena esperanza y alegría. La Gloria del Señor vuelve a envolvernos en aquella claridad que señala Evangelio.

Ahora nos toca dar el paso: Ir a él. No está lejos: Será en el pesebre familiar y allí le contemplaremos. Ojalá nos tomemos un tiempo para hacerlo, en el silencio, como María, que dice en algunas versiones, de una manera hermosa, guardaba estas cosas en su corazón.

Esta alegría se recibe y se transmite. Los Pastores cuentan lo que se les ha transmitido y lo que han visto.

Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo que decían”. ¿Quiénes quedaban maravillados? No lo precisa el texto, pero son los que están allí en el establo, quizá a algunos con los que se hayan topado en el camino.

Los Pastores no se callaron. Transmitieron el anuncio de los Ángeles sin miedos, sin prejuicios ni exageraciones. Con alegría y simplicidad.

Así lo debemos de hacer nosotros con los que nos rodean. “No podemos callar lo que hemos visto y oído” (Hech. 4,20) dirán después los Apóstoles, cuando eran confrontados por su anuncio por las autoridades religiosas judías, luego de Pentecostés.

Estos serán los protoevangelizadores. Estos pobres pastores son los elegidos para llevar un mensaje que confundirá a los poderosos.

“Después los pastores regresaron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como los ángeles se lo habían anunciado. “

Es algo que deberíamos de hacer nosotros también. No deberíamos de quedarnos con este gozo y esta alegría. Hoy hay muchas maneras de comunicarlo incluso en este encierro, con videollamadas, llamadas, mensajes, postales electrónicas, posts en redes sociales, etc.

No deberíamos de temer que se nos retiren los seguidores o que haya un silencio en la comunicación. Para muchos esta fecha no significa nada, pero mucho sí, y para quizá para la mayoría, es solo un momento familiar, de intercambio de regalos y de buenos deseos donde Jesús no figura ni interesa.

Debemos de llenar la Navidad de ese renovado significado: Aprovechar la luz, reavivar la esperanza, comunicar la buena noticia del Evangelio.

Ese Divino Niño está abierto a todo tipo posibilidades. Serán alegría para El regalo de todos: Buenos propósitos, deseos de dejar aquella adicción, acabar con aquel vicio en mi vida, dejar el miedo y la cobardía para anunciarlo con gozo.

Cuentan que San Pío de Pietrelcina exhortaba a un penitente sobre la necesidad de orar. El hombre, un hombre humilde, le dijo que no sabía hacer oración. San Pío le contó que había en un convento un religioso que no entendía el oficio divino, o liturgia de las horas, que era y es la oración oficial de la Iglesia. No sabía la secuencia de las partes del rezo, el latín y demás, Entonces, entristecido, solía ponerse delante de una imagen de la Virgen con el Nino en brazos en un corredor del Convento, cuando nadie lo veía. Allí sacaba unas pelotitas de su hábito y comenzaba a jugar con ellas. Una vez lo vio otro religioso, quien le comentó al Superior. En secreto lo estaban viendo, cuando de repente la imagen cobró vida y el Niño Santo miraba a su Madre aplaudiendo y sonriendo.

Terminaba San Pío explicando que lo importante es hacer lo que agrade al Señor, aunque sea de bufón si es lo único que sabemos y podemos hacer.

Del mismo modo en esta Navidad deberíamos de buscar agradar a este Niño Santo del modo que podamos. No deberíamos de desestimar medio alguno para hacerle esos presentes que luego le harán los Magos como Sacerdote, Profeta y Rey.

No está mal obsequiarnos. Es parte de la alegría y la donación a la que nos invita la Navidad, con la alegría que ello conlleva, más no puede quedarse en eso o solo entre nosotros. Navidad también es compartir: Desde una palabra con el que va a estar solo hasta un plato de comida caliente con el que no lo tiene.

Debemos de poner a Jesús en el centro de nuestro festejo y nuestra celebración. Ya será un Rosario, una oración, una acostada del Niño Jesús, la necesaria Eucaristía televisada o en línea. Ya será un momento de silencio, de meditación, de lectura bíblica.

La bebida y comida, las necesarias. Nada exagerado. Menos tomar como excusa para desbordes. Eso es todo lo contrario a la Navidad, que es sacrificio, pobreza, sobriedad, serena paz y esperanza.

En medio del caos, el miedo y la oscuridad en que vivimos por la pandemia, resuenan las palabras del Ángel: “No tengan miedo”. Hoy retumban esas palabras entre nosotros, renovando la esperanza. Ya nada debe ser igual entre nosotros, pues debe de renacer la esperanza del Salvador que llega para dar cumplimiento a la promesa mesiánica y para dar alegría a todo el pueblo.

Aprovecho a desearles desde ya una hermosa Navidad en familia, con sus seres queridos, en la contemplación del Pesebre (como lo hacemos con la Cruz), en la contemplación particularmente de este Niño Santo, este Dios con nosotros.

 

 

REFERENCIAS.

 

San Agustín. Sermón 185. (2014) https://adoratioiesuchristi.blogspot.com/2014/12/de-los-sermones-de-san-agustin-obispo_24.html

San Bernardo de Claraval (2017). VI Sobre el anuncio de la Navidad. En: Sermones sobre el Adviento y la Navidad. Ivory Falls Books. https://www.scribd.com/document/381415370/Sermones-Sobre-El-Adviento-y-La-Navidad-San-Bernardo-de-Claraval

San Juan María Vianney (2020?). Sermón de Navidad del Santo Cura de Ars. https://adelantelafe.com/sermon-de-navidad-del-santo-cura-de-ars/

martes, diciembre 22, 2020

Invitación para sesión por Zoom 23/12

 Liga: https://cetys.zoom.us/s/9576570713 



lunes, octubre 05, 2020

¿De verdad queremos agregar muerte a más muerte?

 


Uno no sale del asombro de adónde pueden llegar los hombres y las mujeres de estos tiempos con sus diatribas ideológicas irracionales, con apariencia de un bien que no es.

Allí estamos viviendo desde marzo esta pandemia que, oficialmente, se ha llevado hasta la fecha, 1,035,000 vidas al día de hoy, de 35,070,000 infectados.

En México en particular, se sufre de otra ola de muerte (las muertes por COVID 19 hoy rebasaron las 79 mil) que ya dura muchos años y parece crónica, de modo que mucha gente ya si se inmuta y espanta por ella: La muerte de la violencia generada por la llamada "guerra de las drogas", que en realidad se ha ampliado a una guerra de cárteles y grupos criminales, que llevaría a que en todo el 2020, habría un récord proyectado (por el propio Gobierno Federal) de casi 41 mil homicidios llamado dolosos (https://www.forbes.com.mx/noticias-homicidios-mexico-nuevo-record-2020-pese-confinamiento-preve-gobierno/ ), a los que habría que agregar los feminicidios, que sumaban hasta el 31 de julio, solo éste año, 2240 (https://www.infobae.com/america/mexico/2020/08/26/fueron-asesinadas-2240-mujeres-en-mexico-en-los-primeros-siete-meses-de-2020-de-acuerdo-con-cifras-oficiales/)

Entonces, con todo este vendaval de muerte, hay grupos organizados y persistentes de la sociedad, grupos políticos completos con todo tipo de representatividad en los 3 niveles de Gobierno, además de un sinfín de ciudadanos, que quieren aborto "legal y seguro" (hay que aclarar que no existe esto último y casos huelgan en todo el mundo de mujeres muertas en abortos legales) en todo el país, arman marchas y protestas, y con terquedad quieren despenalizar (que es igual a estatizar) esta práctica en medio de este vendaval de muerte y destrucción.

¿De verdad quieren muerte más muerte? ¿Qué es el aborto sino muerte? No es interrupción del embarazo: Es acabar con él. Allí esta esta imagen horrible a la cabeza de este breve comentario, para darnos cuenta de que eso es y no otra cosa. Una vez quitada la vida al niño, no hay manera que regrese a él. Está muerto. No ha habido interrupción del embarazo. Ha sido acabar con el embarazo.

¿Será que la humanidad ha enloquecido? ¿Será que la irracionalidad y la ideología más aberrante nos ha ganado la partida? 

No debemos de cejar en el empeño de seguir difundiendo las enseñanzas de la embriología médica y lo que nos enseña la genética, lo que nos regala la ecografía obstétrica, en fin, seguir insistiendo en que el aborto es muerte, no soluciona nada y amarga y destruye la vida de muchas mujeres, algunas de las cuales no han sobrevivido al crimen atroz, al igual que sus hijos.

No debemos de cejar en la alegría de la vida y de celebrar la vida concebida, de buscar de todos modos salvar vidas (que paradójicamente quizá algún día salven las nuestras...) ante la cerrazón de una cultura de muerte que no quiere detenerse ni durante una pandemia; es más, parece querer agregarse a aquella...


Dr. Daniel Sanabria




 

domingo, septiembre 06, 2020

Ante la tragedia del cierre del Planetario Alfa


Foto: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Edificio_principal_del_Planetario_Alfa.jpg


Por Daniel Sanabria

El miércoles pasado a la noche se daba a conocer que el viernes se cerraban definitivamente 42 años de historia de un icono de la cultura del Noreste de México, no solo de Nuevo León, con una proyección nacional e internacional incluso: El Planetario Alfa.

Pero no solo es la cierre de un espacio cultural sino de enseñanza de la ciencia y la tecnología para los niños y adolescentes, único en su tipo.

En primer lugar hay que ser agradecidos a quienes de un modo u otro contribuyen al nacimiento y desarrollo de esta importante iniciativa cultural, que se hizo, con el paso de  los años, Patrimonio de Nuevo León.

Dicho lo anterior, el hecho de su cierre dejará graves secuelas. Espero que el grupo empresarial actual entienda la gravedad del asunto en estos momentos que vive México.

Por un lado presenciamos un grave retroceso educativo, con el peligro de que millones dejen su proceso educativo ante una reanudación por televisión e internet al que muchos no pueden acceder siquiera.

Esto va acompañado por una crisis económica, la más seria en casi 90 años, lo que presionará a que mucho tengan que acudir al trabajo infantil y adolescente para salir adelante. 

Sencillamente la decisión casi furtiva del Grupo Alfa de cerrar casi de un día para otro (para evitar movimientos de la sociedad, protestas t la intervención eventual del gobierno aunque sea estatal) abona en aquella dirección. 

Es más que una cuestión económica o una complicación en la operación y continuidad del mismo. Va mucho más allá. Tiene consecuencias muchos mayores.

Es un retroceso que acompaña un proceso más profundo de retrocesos. Por ello es un grave cálculo estratégico como organizaciones empresarial: No solo le afecta su imagen sino que los coloca del lado del retroceso cuando muchos empresarios y grupos de empresarios buscan exactamente lo contrario.

No es una cuestión solo del derecho del Grupo Alfa de hacer lo que quiera con lo suyo, sino que este tipo de instituciones públicas se vuelve parte del patrimonio comunitario. De este modo infringen sencillamente su responsabilidad social.

Y hay quizá algo peor a todo esto: Este cierre es un retroceso en la difusión de la ciencia y tecnología entre cientos de miles de niños y adolescentes, entre sus mismas familias.

Sencillamente es cerrar una puerta abierta a la promoción de la ciencia y la tecnología ante el embate creciente de la intolerancia ideológica, que llega a quemar libros, dañar o destruir patrimonio ajeno en nombre de la reinvidicación de derechos o en contra de la misma violencia que practcan a su vez; ante un irracionalismo que llega a negar el dato científico para justificar la muerte de un no nacido incluso hasta el día antes de su nacimiento en nombre de un supuesto derecho;  ante un oscurantismo que también viene de parte del neopaganismo, propagador de creencias mágicas, amuletos y cualquier tipo de superchería para afrontar cuestiones tan graves como la actual pandemia, por decir solo una cosa.

Eso acrecienta el error y la gravedad de la decisión furtiva del Grupo Alfa.

¿Qué hacer ante esto? Pues respaldar con mayor decisión esfuerzos como los de horno3 y el Papalote, y promover la generación de nuevas iniciativas privadas para la difusión de ciencia y tecnología. 

A México le urge esto, para retomar un camino que no se debe abandonar: El de la valoración constante y profunda de la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología para el desarrollo real de un país, al que le urge pasar efectivamente a una sociedad del conocimiento.


miércoles, mayo 27, 2020

La Fe y la Pandemia COVID-19

10 Profesionistas de diversas partes del país (Cuernavaca, Mexicali y Monterrey), nos conectamos a este primer e interesante encuentro entre colegas con fe:

https://www.facebook.com/danieljorge.sanabriabarrios/posts/3066614700125519



martes, mayo 19, 2020

Un interesante video-testimonio juvenil

Con gusto compartimos este video, participante en un concurso de videos "Mi libro fvorito", realizado por la universidad mexicana CETYS Universidad:



https://drive.google.com/file/d/1mDsTPYg4rsu-2a3N7vsDH3ruscIPN-qO/view


miércoles, mayo 13, 2020

Un reporte desde Italia


Así como recibimos pasamos la noticia. Cada lector sacará sus conclusiones:


https://es.aleteia.org/2020/05/11/fin-de-los-contagios-en-un-hospital-gracias-a-la-virgen/

domingo, abril 12, 2020

¡La Fuerza del Resucitado!

“No tengan miedo, mantengan la esperanza, Jesús ha resucitado" (Papa Francisco en Misa de la Vigilia Pascual).
Que la potente Luz del Resucitado ilumine nuestro mundo lleno de oscuridad. La peste no tiene la última palabra!.



martes, abril 07, 2020

LA FE A PRUEBA: LOS CRISTIANOS ANTE LA PANDEMIA





Mtro. José Luis Ramírez Vargas
La rápida expansión de Coviv-19 ha venido trastornando la vida cotidiana de nuestras sociedades y en consecuencia la práctica religiosa de las iglesias y asociaciones. Se habla de la cancelación de la peregrinación a La Meca para los islámicos, la clausura de templos y sinagogas, e inclusive, el Papa ha suprimido las audiencias y celebra sus Misas en privado.
Nos sorprende ver que los grandes logros de la ciencia y de la tecnología están apenas intentando frenar no sin grandes esfuerzos este flagelo mundial, comparable, con justa razón,  con las epidemias que han hecho historia a lo largo de los siglos, como lo fue la llamada “Peste negra” en el siglo XIV que acabó con una tercera parte de la población europea,  la malaria en el s. XVI, la peste en el sur de Francia el siglo XVIII  que diezmó la población matando a más de 100,000 personas, y la epidemia del cólera en la que fallecieron, a mediados del s. XIX, más de 150,000 en todo ese país. Sin olvidar, la llamada “gripe española” de apenas hace un siglo, en la que perdieron la vida entre treinta y cincuenta millones de personas en el mundo, o sea, el doble de los que murieron en el curso de la Primera Guerra Mundial.
Siguiendo con la Historia, recordemos cómo la Iglesia Católica ha estado presente en todos esos momentos trágicos de la Humanidad, en las épocas en que no había hospitales, y los pocos que comenzaban a existir habían sido erigidos por algunas órdenes monásticas o religiosas, como la Orden de Caballeros Hospitalarios en el s. XIII o la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en el s. XVI. Muchos religiosos fueron en aquellas circunstancias un ejemplo de dedicación a los enfermos, aún a costa de su propia vida: un sacerdote llamado Camilo de Lelis, considerado como el precursor de la Cruz Roja, fundó en Roma, durante la expansión de la malaria en el s. XVI, una congregación cuya especialidad era la de atender a los enfermos y moribundos. En esa misma época la Compañía de Jesús (orden de los jesuitas), habilitó sus casas para atender a enfermos y agonizantes. Un joven religioso de esa orden, de apenas 23 años, murió al ser infectado al trasladar un enfermo sobre sus hombros, se llamaba Luis Gonzaga. En el curso de seis años, tres Papas, fallecieron a consecuencia de los contactos durante la epidemia, entre 1585 y 1591: Sixto V, Urbano VII y Gregorio XIV.  
Volviendo a la actualidad, la pandemia que vivimos no sólo ha trastornado las economías sino también los planteamientos y proyectos de vida de creyentes y no creyentes, por lo que no resulta sorprendente que incluso un gobierno laico, con régimen de separación Iglesia-Estado, como lo es el de Francia, haya convocado, por iniciativa de su presidente, el Sr. Macron, a una reunión -virtual- con los representantes de “todos los cultos” para tomar medidas de conjunto en favor de las actitudes a tomar y estrategias a seguir para una mejor defensa de la sociedad en contra de la pandemia.
Los acontecimientos que vive en el presente la humanidad son una invitación para creyentes y ateos a dar una respuesta a los interrogantes de los cuales ya hablaba, hace casi 50 años, el Concilio Vaticano II: “…son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan alto precio? … ¿Qué hay después de esta vida temporal? (Gaudium et Spes,10).
Tanto unos como otros debemos ser capaces de dar esa respuesta que nadie pude eludir. La Fe cristiana ofrece una respuesta al misterio que se esconde detrás de esos interrogantes, que el misterio de la Cruz, por lo que todo hombre puede encontrar la luz que ilumine su sufrimiento y su vida. En efecto, el Dios de los cristianos es un Dios que habla a través de los acontecimientos, y éste que se vive ahora es uno de esos que no pasan desapercibidos, y nos obligan a dar una respuesta personal contundente y real, como lo es la muerte que lleva a menudo consigo este flagelo. Y esto, porque creer en Dios no es sólo creer en determinadas verdades, sino más que eso, es la respuesta radical del hombre sobre el sentido de su existencia al Autor de la vida.  De ahí que, en aún que se encuentre en una situación de encierro obligatorio, el cristiano puede experimentar el amor de ese Dios, y descubre la ocasión para discernir “los signos de los tiempos”, pues: "Todo contribuye para el bien de los que aman a Dios" (Epístola a los Romanos 8, 28-30).     
Y como no hay vida cristiana sin comunidad y solidaridad ¿qué hacer entonces? Las redes sociales se vuelven, en estos momentos cruciales, un instrumento de comunicación-comunión y un medio de participación en las celebraciones litúrgicas y oración comunitaria. Las tecnologías bancarias se convierten en otro medio eficaz para el ejercicio de la generosidad, y la lectura bíblica, ahora más que nunca, se vuelve una religiosa costumbre en la vida cotidiana de muchos.  En suma, la Iglesia no se detiene ni se inmoviliza: pastores y fieles han buscado la manera de aprovechar el momento para no caer en la desidia, negligencia o pereza, madre de todos los vicios y causa de la depresión. Los “Padres del desierto” de los primeros siglos del cristianismo, en medio de la soledad o confinamiento voluntario, eran conscientes de esos peligros que los acechaban, pero sabían que, en contacto estrecho con su Dios, podían salir victoriosos de todos esos males de los que nos quejamos o huimos los mortales.
La Resurrección de Cristo cobra ahora un sentido inusitado para los cristianos de esta generación, es algo nuevo como nueva es para ellos cada Pascua que celebran año tras año. Hoy, como hace más de 2000 años, el cristiano de hoy deberá decir con convicción: “…Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello” (Hechos de los Apóstoles, 3, 15)
 
Post scriptum. No olvidemos mencionar a los profesionales de la salud y voluntarios, creyentes o no, que en estos tiempos están arriesgando su vida prestando sus servicios, muchos de ellos ya han dejado este mundo. En el fondo de su conciencia han entendido que el servir o inclusive donar su vida es lo único por lo que vale la pena vivir en este mundo.


sábado, marzo 28, 2020

Una meditación y una Bendición Urbi et Orbi extraordinarias



Es importante repasar y meditar este texto:


Foto: Blog de la Diócesis de Querétaro.

A continuación, la meditación completa pronunciada por el Santo Padre Papa Francisco durante la oración extraordinaria ante la pandemia por coronavirus:

 

«Al atardecer» (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos.
Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús. Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, Él permanecía en popa, propio en la parte de la barca que primero se hunde. Y, ¿qué hace? A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre —es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo—. Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» (v. 40).
Tratemos de entenderlo. ¿En qué consiste la falta de fe de los discípulos que se contrapone a la confianza de Jesús? Ellos no habían dejado de creer en Él; de hecho, lo invocaron. Pero veamos cómo lo invocan: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (v. 38). No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón. También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a sus discípulos desconfiados.
La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad.
Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela se dirige a todos. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón» (Jl 2,12). Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás. Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21). Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos, solos, nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere.
El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado. El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza.
Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios. Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).
Vaticano, 27 de marzo de 2020

lunes, marzo 16, 2020

Un texto esperanzador

Así como lo recibimos, lo compartimos:

... Y de repente despertamos un día y todo cambió, en Disney se apagó la magia, la muralla china no era tan fuerte, ahora New York si duerme, y ningún camino quiere conducir a Roma, un virus se corona como dueño del mundo y nos dimos cuenta de nuestra fragilidad, no sabemos si el daño es a propósito o irresponsabilidad de nosotros mismos, pero la amenaza está ahí cada día más fuerte, ya los memes no causan tanta risa, los abrazos y los besos se transformaron en armas peligrosas y la escasez de productos nos demuestra una vez más lo egoísta que somos, tan egoístas que decimos "no hay problema este virus solo se lleva a los viejitos" como si no tuviéramos a nuestros padres o como si no fuéramos a llegar nunca ahí. Queremos hacer valer nuestros "derechos" de decidir si dejar vivir o no a otro y ahora nos damos cuenta que no podemos ni decidir por la vida de nosotros, un planeta que hoy se pone una máscara no solo para un virus sino para tapar nuestra vulnerabilidad mezclada con soberbia y se lava las manos para no reconocer nuestra responsabilidad tal como un pilato.

Si, hay miedo. Si, hay aislamiento. Sí, hay compras de pánico. Sí, hay enfermedad.

Sí, incluso hay muerte.
Pero, dicen que en Wuhan después de tantos años de ruido puedes escuchar a los pájaros de nuevo.

Dicen que después de unas pocas semanas de silencio el cielo ya no está lleno de humos. Pero azul, gris y claro.
Dicen que en las calles vacías de Assisi la gente está cantando desde sus casas y sus balcones manteniendo sus ventanas abiertas
para que los que estén solos puedan escuchar las voces de las familias a su alrededor.
Dicen que un hotel en el oeste de Irlanda ofrece comidas gratis y las entrega a domicilio.

Hoy una joven que conozco está ocupada repartiendo por el barrio volantes con su número de teléfono para que los ancianos puedan tener a alguien a quien llamar.
Hoy iglesias, sinagogas, mezquitas y templos
se están preparando para dar la bienvenida
y proteger a los desamparados, enfermos y cansados.

En todo el mundo la gente se está desacelerando y reflexionando.
En todo el mundo, las personas miran a sus vecinos de una manera nueva.
En todo el mundo la gente está despertando a una nueva realidad. A lo grande que realmente somos. A qué poco control tenemos realmente. A lo que realmente importa ..AMAR.

Entonces rezamos y recordamos que
Sí, hay miedo ..pero no tiene que haber odio.
Si, hay aislamiento ..pero no tiene que haber soledad.
Sí, hay compras de pánico ..pero no tiene que haber egoísmo.
Sí, hay enfermedad ..pero no tiene que haber enfermedad del alma.
Sí, incluso hay muerte ..pero siempre puede haber un renacimiento del amor.

Despiértate eligiendo como vivir hoy.
Hoy respira, haz una pausa y escucha detrás de los tormentos de tu miedo.

Los pájaros cantan de nuevo, el cielo se está despejando, la primavera está llegando, y siempre estamos rodeados de amor.
Abre las ventanas de tu alma y aunque no puedas pisar la calle vacía ..Canta. ✨

Fr. Richard Hendrick, OFM
Marzo 13, 2020





sábado, marzo 07, 2020

Actividades de la Arquidiócesis de Monterrey en el Día del Patrimonio


Foto: https://tierraregia.com/mi-ciudad/basilica-de-guadalupe


BASÍLICA DE GUADALUPE ARQUIDIÓCESIS DE MONTERREY Recorrido histórico artístico Guiado por el padre Raúl Mena 14:00 h Entrada principal | Libertad y Jalisco Col. Independencia T. 81 8340 5254 y 81 8343 0011

BASÍLICA DE LA PURÍSIMA ARQUIDIÓCESIS DE MONTERREY Visita guiada por el Dr. Rodrigo Ledesma. 16:00 h Hidalgo y Serafín Peña, Centro T. 81 83405254 y 81 8343 0011

BASÍLICA DEL ROBLE ARQUIDIÓCESIS DE MONTERREY Visita histórica y artística a cargo de Edgar del Río 14:30 h Juárez y 15 de mayo, Centro T. 81 8340 5254 y 81 8343 0011

MUSEO ARQUIDIOCESANO DE ARTE SACRO “Pontifex. San Pedro y los Papas en el patrimonio arquidiocesano”. Exposición 10:00 a 17:45 h Guerrero y 15 de mayo T. 81 8340 5254 y 81 8343 0011

TEMPLO DE DOLORES Y SANTUARIO DEL PERPETUO SOCORRO ARQUIDIÓCESIS DE MONTERREY Visita guiada a cargo de Restáurika 16:00 h Juan Méndez y Ruperto Martínez, Centro T. 81 83405254 y 81 8343 0011

liliana.ruiz@arquinetmty.com www.arquidiocesismty.org FB Comisión de Bienes Culturales

martes, febrero 18, 2020

El deshumanismo o humanismo selectivo

Las rachas de muerte parecen ser epidémicas en esta sociedad que algunos dicen postmoderna, otros líquida, otros postcristiana.
Así, encabezando la lista está el aborto con cerca de 42 millones de muertes en 2019.
Lejanamente aparece la autoeliminación (suicidio), con unos 800 mil muertes al año, según la Organización Mundial para la Salud (https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/suicide), en 2016.
Cerca de 600 mil muertes (2017) la provoca el consumo excesivo de drogas ilegales, una forma lenta de autoeliminación, con múltiples problemas añadidos (https://www.unodc.org/wdr2018/prelaunch/WDR18_ExSum_Spanish.pdf).
Hay cerca de 460 mil homicidios y cerca de 90 mil muertos por conflictos armados, según estadísticas de la ONU en por las muertes violentas, contabilidazos en 2017 (https://www.unodc.org/unodc/es/frontpage/2019/July/el-homicidio-causa-muchas-ms-muertes-que-los-conflictos-armados--segn-nuevo-estudio-de-la-unodc.html)
Cerca del 90% de estas muertes son provocadas por hombres y cerca del 20% son víctimas mujeres.
Esto, sin contar los numerosos intentos de muerte, tanto para propinársela a otros como a uno mismo.
Muchos han hablado de que con el incremento de la población del mundo, cada vez menor vale la vida de las personas individualmente hablando. Otros, sencillamente, apuestan a analizar las cosas con frialdad y tomar decisiones o adoptar discursos/narrativas espeluznantes.
Entre estas visiones que comienzan a normalizarse están las que refieren que los individuos que han cometido un delito, sencillamente no tienen ya nada que hacer en la sociedad, más si fue con violencia contra terceros (en ciertos países se les denominan "ratas")..
A nivel político se ha hablado de "cercos sanitarios"y no precisamente para enfermos como tal, sino para personas que piensan distinto.
Hay países en donde el querer cruzar una frontera ilegalmente les hace de por sí criminales, blanco del odio de otros.
Podríamos seguir, pero en realidad a lo que quiero llegar es que hoy campea entre nosotros el que llamaremos el deshumanismo o humanismo selectivo.
El deshumanismo supera al humanismo, no en el sentido que es mejor: Lo sustituye con la búsqueda de los mejores y la perfección de la máquina. Así, el robot es parte del nuevo paisaje. La Inteligencia Artificial (IA) llegó para sustituir persona ya no solo en operaciones laborales sino en funciones pensantes, reservadas  hasta ahora a los hombres.
El deshumanismo se abre paso en la humanidad de la mano de una especie de regreso a la selección, que más que natural es planificada. Los resultados están a la vista: Decenas de países con invierno demográfico (casos como España y Japón son sintomáticos), que amenaza a amplias poblaciones de ancianos.
Al fin y al cabo el deshumanismo es una filosofía que conlleva la selectividad, muchas veces generada en términos económicos.
¿Qué podemos hacer además de orar intensamente? Pues nuestras convicciones nos deben de llevar a defender la vida y la familia por encima de sus circunstancias. Su valor intrínseco es genuino en sí mismo.
Nos debe llevar a reanimar el humanismo como expresión fecunda del interés por el hombre y la mujer, como esenciales a al vida en este mundo.
Volver a la raíz es la necesidad más profunda del hombre, que se desliga y desarraiga, y fácilmente cae en las garras espantosas de muerte.
Optar por el alejamiento de Dios es la peor opción del deshumanismo. Solo llevará a la postrera aniquilación humana.
Urge desenmascarar al deshumanismo con careta de progreso, libertad e iluminación.
En ello irá nuestro futuro, aunque no queramos...

Imagen: Forum Libertas, https://www.forumlibertas.com/wp-content/uploads/2018/12/poblacion-600x337.jpg

Resultado de imagen de invierno demografico