martes, marzo 02, 2021

Acompañar a la Iglesia en su camino de la Cruz


 

PASSIO ECCLESIAE

 VIACRUCIS DE LA IGLESIA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

 

Por DS

Querido hermano, bien sabemos, por nuestra fe católica, que el camino y el destino de la Iglesia está profundamente vinculado al camino y al destino de Cristo. Ella es su cuerpo místico y se encuentra profundamente unida a Él, también en su pasión dolorosa.

Por eso te invitamos a adentrarte en este ejercicio piadoso, que recomendamos realizar los miércoles -dedicados por la Iglesia a San José y a la propia Iglesia- por todos los que la integramos, pues la pasión de la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo es también pasión de sus hijos fieles.

Recorreremos con afecto filial estas estaciones, que nos hacen recordar que “el servidor no es más que su patrón. Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a ustedes” (Jn. 15,20) y que “si así tratan al árbol verde, ¿qué harán con el seco?” (Lc. 23, 31).

Acompañemos con devoción y oración profunda estas meditaciones, que buscan acompañar a la Iglesia en su camino doloroso, que debe recorrer para resucitar gloriosa como su Esposo Divino.

 

1ª estación: La Iglesia en su Huerto de los Olivos

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

La noche es oscura. El mundo está envuelto en lo espeso de la confusión de las tinieblas. Y la Iglesia ora intensamente, sabiendo lo que viene para ella.

Los discípulos, tristes y adormilados, acompañan el momento a tiro de piedra. La Iglesia se encomienda a su Esposo Divino y se pone en sus manos, pidiendo que se haga la Voluntad de Él, no la propia.

No es fácil para la Iglesia desprenderse de ella misma, de sus seguridades. No es fácil y sufre, pues tiene miedo por lo que vendrá. Pero es confortada por el Ángel del Señor.

Que nosotros sepamos acompañar a la Iglesia en su Huerto de los Olivos, sin dormirnos ni entristecernos.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

2ª estación: La Iglesia es entregada por traición

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

El traidor ha guiado a quienes aprehenderán y querrán acabar con la Iglesia en medio de la confusión y oscuridad de la noche.

Sabe adónde llegar y cómo llegar. Sabe a quién señalar para su arresto y cargarle de cadenas.

El traidor ha convivido años, ha sido parte de la Iglesia mucho tiempo. Ha sido su servidor, pero se ha dejado seducir por el demonio a través de las monedas miserables del reconocimiento mundano y el aplauso. Le seduce la popularidad y el coqueteo con los poderes del mundo. Le han seducido la impureza y la carne, la codicia y la envidia.

Roguemos primero para no ser nosotros los traidores “¿Soy acaso yo Maestro?” y luego recemos por quienes traicionan a la Iglesia, para que Dios tenga misericordia de ellos.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

3ª estación: La Iglesia es juzgada y condenada a muerte

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

La Iglesia, encadenada y sometida, es conducida a los poderes farisaicos y mundanos para ser juzgada.

Son juicios ilegales, sin pruebas, con testigos falsos. Lo único que les interesa es condenarla a la muerte y una muerte de Cruz.

Coinciden quienes no se pueden ni ver: Los nuevos fariseos con los poderes más alejados de la fe, indiferentes a altercados que no les interesan Solo les interesa una cosa: No tener molestos cuestionadores de leyes injustas e inmorales.

La Iglesia es interrogada: “Mira de todo lo que te acusan. Tu afirmas ser portadora de la Verdad, prolongación de Cristo en la historia.  ¿Es esto cierto?”. Y la respuesta: “Tú lo has dicho. Y la verás renacer por la virtud y potencia del Espíritu Santo.”

Los poderes farisaicos y del mundo se rasgan las vestiduras y declaran a la Iglesia rea de muerte. Los poderes del Estado se muestran indecisos y mandan a dar un escarmiento a la Iglesia.

Oremos y sepamos acompañar a la Iglesia, defendiendo nosotros la verdad en toda circunstancia y en cualquier ambiente y momento.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

4ª estación: La Iglesia es azotada y coronada de espinas

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

La Iglesia sufre como escarmiento el escarnio y el azote. Es coronada de espinas y es burlada por sus verdugos. Ella sufre y sangra en silencio. Un silencio de amor redentor, uniéndose a su Esposo Santo, participando de la obra de la redención.

El mal físico aumenta en intensidad, pero no lo es menor el moral. Ella, que lo dio todo por centurias, por la Humanidad, recibiendo tales castigos.

Sepamos sufrir con la Iglesia sus momentos aciagos, en sencilla y humilde oración, con paciencia, ofreciendo un dolor purificador que se vuelve salvación.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

5ª estación: La Iglesia es condenada por la multitud

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

La Iglesia, aún sangrante por el castigo, es conducida ante la multitud, la que pide crucificarla.

El poder humano no encuentra razón para ello, pero la multitud pide su muerte. Los agentes del mal se han infiltrado en la multitud para sembrar la mentira y el desprecio por la Iglesia.

El tumulto crece y la demanda de muerte también. “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos” braman, sin saber lo que dicen.

El poder humano se lava las manos, pero al final se hace cómplice del crimen.

Sepamos reclamar lo correcto, aun cuando la mayoría grite contra la Iglesia, pidiendo su muerte. Hagamos nuestra parte para que la sentencia injusta no se concrete.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

 

 

6ª estación: La Iglesia es cargada con la cruz

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

La Iglesia es cargada con una pesada cruz, con la que deberá de recorrer el camino a su Gólgota.

Es un camino duro, largo, en subida a cuestas. Será duro el camino, pero aquí estamos tus hijos para acompañarte en estos momentos terribles, amada Madre, por la que se ha abierto para nosotros el camino a la felicidad y la eternidad plenas.

Danos Señor fuerzas para recorrer este camino sin dejarnos arredrar por los enemigos que nos gritan e insultan.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

7ª estación: La Iglesia cae bajo el peso de la cruz

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

Duro es el recorrido. Sin alimento y bebida, la Iglesia debilitada camina hasta que cae bajo el peso terrible del madero.

Estallan los insultos y azotes, los gritos y blasfemias, pero la Iglesia calla y retoma fuerzas, recoge su madero y sigue adelante con muchas dificultades.

Señor: Que no decaigamos ante el peso de la Cruz. Que no dejemos de orar para no desfallecer ante su peso. Que sepamos llevar, como tu Iglesia, la Cruz con amor y paciencia, sabiendo que es camino de nuestra salvación

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

8ª estación: La Iglesia es ayudada por su Cirineo

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

La Iglesia cae bajo el peso de su cruz, ferozmente golpeada, azotada e insultada por sus enemigos. En medio de tanta maldad y odio, se permite que haya un Cirineo que ayude a la Iglesia a levantar su Cruz y salir adelante.

Ese Cirineo puedes ser tu o yo en la medida en que nos decidamos a ayudar a la Iglesia a llevar esa cruz pesada que la agobia. No es fácil afrontar el reto, pero debemos de tomar coraje y valentía para hacerlo.

Ayúdanos Señor a sacar las fuerzas para asistir a tu Iglesia en esos tramos últimos de doloroso recorrido hasta llegar al Gólgota.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

9ª estación: La Iglesia consuela a quienes lloran por ella

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

Esta Madre y Maestra en humanidad no pierde ocasión para, en su gran dolor, hacer el bien, compadeciéndose de quienes lloran por ella.

No les irá mejor a ellos que a ella. No es mayor el siervo que su señor. Si así le va a ella, ¿cómo le irá a quienes lloran por ella?

Que esta compasión nos lleve Señor a meditar más en el porvenir de nuestras vidas cristianas, unidas necesariamente al camino de la Cruz.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

10ª estación: La Iglesia es despojada de sus vestiduras

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

Como forma de avergonzarla y humillarla, la Iglesia es despojada de sus vestiduras, o sea, de hasta lo más mínimo para servir a Dios y a los hombres.

Se quedará sin nada, pobre, dolorida y sufriendo los estertores del frío. Así será la culminación antes de su fijación en la cruz.

Que sepamos Señor aceptar esto y orar por esta Iglesia desprendida de todo a la fuerza, sin medios y sin posibilidades de llegar a nadie, solamente contando contigo, que al fin y al cabo es lo que le basta en estos momentos aciagos.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

11ª estación: La Iglesia es crucificada

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

El momento de la fijación de la Iglesia en su cruz será terriblemente doloroso, al igual que cuando clavaron a su Divino Fundador en la Cruz.

Será muy difícil oírla gemir y sufrir en sus hijos, pero de ella saldrá la nueva primavera de la Iglesia, la necesaria nueva Iglesia de Jesús.

Pidamos al Señor la capacidad de resistir y ofrecer este dolor inmenso a Dios, uniéndonos a la obra redentora por el bien de muchos.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

12ª estación: La Iglesia muere en la Cruz

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

(De rodillas hacemos un momento de silencio)

 

Luego de buen tiempo de agonía, la Iglesia da sus últimas palabras de perdón a sus verdugos y se encomienda a Dios. Se siente sola, absuelve al buen ladrón, entrega su Madre María a los seguidores y ofrenda su espíritu a la Trinidad Sacrosanta.

El espectáculo es espeluznante, pero pronto soplan los vientos de Cristo, su Esposo, entregando a ella el don de su Espíritu. Hay prodigios que hacen entender a los verdugos que quien ha muerto es Santa y por tanto se alejan confundidos cuando menos.

Pidamos al Señor que este momento sea de máxima intensidad en nuestra vida interior y que el dolor del luto sea tranquilo y esperanzador.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

13ª estación: La Iglesia es bajada de la cruz

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

La Iglesia es bajada de su cruz. Allí hay un hombre bueno que pide recoger sus restos antes que caiga la noche en la Humanidad.

Los restos de la Iglesia son envueltos cuidadosamente ante el dolor de aquellos que siguen entre imperturbables e incrédulos a la vez de todo lo que ha pasado. ¿Cómo ha pasado esto? ¿Cómo ha venido a caer la Iglesia cuando hacía no mucho era vigorosa, lozana, seguida y admirada por multitudes? ¿Qué ha ocurrido?

Quiera Dios que tengamos esa capacidad de entregarnos a la Voluntad de Dios en momentos tan aciagos, para Gloria suya y mayor bien de las almas en un futuro no lejano.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

14ª estación:  La Iglesia es depositada en el sepulcro

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

La Iglesia es depositada en un sepulcro nuevo, excavado en piedra, en donde ella estará yaciente, aguardando su resurrección.

Son momentos muy difíciles para sus hijos. Son pocos los que acompañan en fidelidad hasta el final. Allí está María, sufriendo por esta Hija, que ha pasado tanto dolor y escarnio en tan poco tiempo.

Que no dejemos de acompañar en el luto a María, Madre de la Iglesia, y seamos fieles, comenzando un tiempo en el que solo habrá oración y silencio, en una esperanza cierta de que la Iglesia resucitará para la Gloria.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

15ª estación: La Iglesia resucita.

 

D. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

R. Porque compartes la Cruz con tu Iglesia para la salvación de muchos

 

Al tercer día, la piedra de la tumba se remueve y una potente luz en la madrugada señala que algo ha ocurrido con el sepulcro.

La Iglesia ya no está allí. Ya resucitó gloriosa como su Divino Fundador: Vuelve más espiritual, más carismática, sorprendiendo a propios y extraños.

La alegría incrédula de muchos creyentes va dando paso a la certeza gozosa de que la Iglesia, renovada totalmente, ya abandonó definitivamente su sepulcro, llamando a no tener temor, a dejar en el pasado el derrotismo y la abulia espiritual para lanzarse valientemente testimonio de Aquél que la levanta, la resucita y la envía como anunciadora de una Buena Nueva para toda la humanidad.

 

D. Pequé. Señor, pequé

R. Ten piedad y misericordia de mí

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

MEDITACIÓN FINAL

Hermano: Hemos recorrido con nuestra Madre, la Iglesia, un camino de pasión, muerte y resurrección. Ojalá estemos dispuestos a ser uno con ella, fomentando entre los cercanos y lejanos en la fe el respeto. el cariño, el amor, por aquella que es “Maestra de Humanidad”, en las palabras de San Pablo VI.

En unos momentos de silencio revisamos cuál será nuestra contribución concreta en esta obra, pees quien ama a Cristo no puede no amar a su continuación en la historia, el fruto de su Sangre Preciosa, la Iglesia, una, santa, católica, apostólica.

(PAUSA)

Pidamos a San José, Patrono de la Iglesia Universal, nos auxilie en concretar el propósito alcanzado.

 

ORACIÓN FINAL

Te pedimos Señor, nos alcances la gracia de no separarnos nunca de la Iglesia, aun cuando la barca de Pedro parezca hundirse, o todo parezca perdido. Que nuestra fidelidad a ella sea inquebrantable aún en las peores circunstancias y aunque ya casi todos la hayan abandonado.

Que sepamos como María, el discípulo amado y las otras mujeres, no apartarnos ni abandonarla aun cuando ya haya muerto. Que sepamos llorarla y velar con una profunda fe en que se cumplirán las palabras proféticas: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt. 16, 18) y que un día podremos volverla a contemplar bella y hermosa, ataviada y gloriosa para el mismo Jesús. Amen.

 

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.