sábado, marzo 09, 2024

EL ABORTO EN FRANCIA: ¿UN DERECHO CONSTITUCIONAL?

 


Imagen: https://www.informadorpublico.com/cartas-de-lectores/catedra-sobre-el-aborto  
 


Por José Luis Ramírez Vargas

"Mon corps, mon choix" (“Mi cuerpo, mi decisión"), es la leyenda que lucía la emblemática Torre Eiffel de París, iluminada en esta semana. En frente, en la Plaza del Trocadero, una multitud de mujeres había clamado eufórica lo que para ellas era un verdadero triunfo: el “derecho” al aborto en la Constitución de la república, el parlamento había votado mayoritariamente a favor de esa iniciativa del presidente Macron. Acto seguido, la inscripción en la Carta Magna de dicha ley se llevó a cabo el día 8 de marzo, coincidiendo con el Día de la mujer. Francia se convierte así en el primer país del mundo a elevar a rango constitucional el aborto, hasta las catorce semanas.

Esta nueva ley parece contradecir a primera vista lo afirmado por varios artículos que siguen vigentes para la Constitución francesa, así el artículo 3 de la Declaración universal de los derechos humanos reza así: «todo ser humano tiene derecho a la vida», y el artículo 2 de la Convención europea de los Derechos Humanos declara: «el derecho a la vida de todas las personas está protegido por la ley». Sin embargo, la Corte y los nuevos juristas le han dado la interpretación de “derecho a una vida digna”, a “no ser sentenciado a la pena capital”, etc. Y la jurisprudencia había venido relativizando en varios casos lo afirmado por los artículos anteriores cuando se trataba de salvaguardar o no, la vida del no nacido.

Han pasado casi cuarenta años, desde el 26 de noviembre de 1974 en que la ministra Simone Weil promovía la autorización legal al aborto (eufemísticamente como IVG, “interrupción voluntaria del embarazo”), acotando: “Lo digo con toda mi convicción: el aborto debe ser la excepción, el último recurso ante situaciones sin salida”. Sin embargo, la puerta estaba abierta, en la práctica ese “último recurso” quedaría en letra muerta ante los miles de abortos que a partir de entonces se realizarían en todo el territorio nacional. La ministra añadía: “¿cómo admitir (el aborto) sin que pierda su carácter de excepción, sin que parezca que la sociedad misma lo promueve?... mi convicción es que ninguna mujer recurre contenta a un aborto, para eso no hay más que escucharlas… siempre será un drama”. Ante el panorama actual, tal vez ahora Simone Wei repetiría las mismas palabras del Kaiser Guillermo II de Alemania al final de la gran tragedia europea de la Primera Guerra Mundial: “yo nunca quise eso” (“das habe ich nicht gewolt”).

Ante el drama mayor que se avecina, la Academia Pontificia por la Vida se había pronunciado al respecto y había hecho un llamado a los parlamentarios franceses a no votar por esa ley, "La defensa de la vida no es una ideología, es una realidad humana que afecta a todos… por ser cristianos o por ser humanos" Todo fue inútil. La Conferencia Episcopal de Francia declaró: «Como católicos, tendremos que seguir siendo siempre servidores de la vida de todos y cada uno, desde la concepción hasta la muerte, artífices del respeto a todo ser humano que es siempre un don que se hace a todos los demás, apoyar a quienes optan por conservar a su hijo incluso en situaciones difíciles, rodear con nuestro respeto y nuestra compasión a quienes han recurrido al aborto… recemos para que nuestros conciudadanos redescubran el gusto por la vida, por darla, por recibirla, por acompañarla, por tener y criar hijos».

Dos temas clave, afirmaban los obispos, parecen no haber sido tomados en cuenta por los senadores: el apoyo a las mujeres que desean conservar sus hijos, y la cláusula de la libertad de conciencia destinada a proteger al personal médico. A este respecto, Mons. Michel Aupetit, arzobispo emérito de París, médico y doctorado en bioética, afirmó que con esta modificación a la Constitución se declarael fin de la libertad en Francia, que ahora se convierte en una dictadura”.  Qué lejos parece así el slogan de la Revolución francesa: “liberté, égalité, fraternité”.

Hoy en día, persiste la pregunta que hacía a san Juan Pablo II a los fieles franceses en su homilía en el aeropuerto de Paris el 1° de junio de 1980:Francia, hija primogénita de la Iglesia ¿eres fiel a las promesas de tu Bautismo?”

No olvidemos que Francia sigue estando en la mira como ejemplo a seguir en estos temas por muchos países, especialmente de África y América Latina, de ahí la importancia de estar alerta en nuestro país para seguir en la defensa del primordial de todos los derechos: el derecho a la vida, desde su concepción hasta la muerte, pugnar por leyes que protejan y acompañen a la mujer en su embarazo, a la familia, etc., esto desde la “trinchera” en que nos toque estar. La desintegración familiar y social comienza por el desprecio por la vida humana. Urgen senadores y diputados, en la próxima legislatura, que estén dispuestos a abordar estos temas con valentía y convicción.

  

Para saber más:

https://es.aleteia.org/2024/03/06/francia-primer-pais-en-incluir-el-acceso-al-aborto-en-su-constitucion-obispos-y-el-vaticano-se-pronuncian/

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